Escape

3.1K 217 11
                                    

Parecieron no haberme visto. Por lo que tuve el tiempo necesario para volver a entrar en la habitación, haciendo el mayor silencio posible.

-Vámonos-le dije a Ricardo agitada-. ¡Ahora!

En un cajón de su cuarto encontré ropa de mujer y sin cuestionar nada me la puse.

-¿Qué está pasando? ¿De qué corremos?
-Lo que te conté sobre mi desaparición no fue totalmente verdadero. Te lo explicaré después.

Y lo obligué a alistarse rápidamente. Decidí que no sería buena idea salir por la puerta, así que en un esfuerzo sobrehumano trepamos por el balcón y saltamos unos cuantos metros, las afueras de casi todo el hotel estaban resguardadas por los mismos hombres de arriba. Por fortuna encontramos un lugar oculto a la vista y nos deslizamos discretamente hasta correr por una larga avenida.

Por último entramos un un restaurante y desayunamos bastante bien.

-¿Y cuál es tu historia?-preguntó.
-Esto es difícil de creer, pero...-le relaté absolutamente todo, exceptuando unos detalles que no parecían relevantes.

Cuando terminé, Ricardo mantuvo un silencio sepulcral mientras me miraba directamente a los ojos. Después de un momento habló.

-Que bonitos ojos tienes-dijo sonriendo, debo admitir que me preparé para oír toda clase de cosas, pero no eso-. Son preciosos.
-Pues gracias-respondí algo tímida-. ¿Y qué piensas de lo que te acabo de contar?
-Parece algo extraño, pero después de ver a esos guardianes  con cabeza de animal, debo admitir que te creo.
-No sé exactamente porque me persiguen-mentí, no creía estar equivocada al pensar en que querían llevarme bajo tierra nuevamente y someterme al régimen egipcio-, pero no creo que sea por algo bueno.
-Bueno, pues a mí no me buscan-por un momento temí que fuera a dejarme sola con esto-. Por lo que iré y recogeré nuestras cosas para luego irnos lejos. Espera aquí
-No sabes cuánto te lo agradezco.
*  *  *
Ricardo se las había ingeniado para entrar a mi habitación sin que nadie lo notara, en un momento trajo las maletas con todas nuestras cosas.

-¿Y ahora a dónde?-preguntó.
-No lo sé.

Y en realidad no tenía ni la menor idea de a dónde ir, me sentí idiota, estaba escapando ¡Sin un plan de escape!

-Vamos al centro y busquemos un lugar en dónde pasar la noche, ya luego veremos.

Ir al centro fue demoroso, en especial a esa hora (11:30 am), hasta estar completamente listos y con las reservaciones de hotel tardamos al menos cuatro horas.
La mala noticia fue que la mayoría de hoteles en el lugar, estaban ocupados y en nuestro lugar de hospedaje solo estaba disponible una habitación matrimonial. Aunque fue incómodo, tomamos la oportunidad.

Fue un alivio cuando pude recostarme sobre la suave cama, Ricardo siguió mi ejemplo.
-Emm...Ricky...no te importa dormir en...
-¡Oh, descuida! Dormiré en el piso, no te preocupes.
-Te debo una.
Puedo decir que al menos ese día descansé bien. Antes de acostarme y cerrar los ojos tracé un plan con Ricardo.
-Podemos ir a la montaña. Ahí hay cabañas para turistas. Es un lugar en dónde no nos encontrarán fácilmente.
-Pero nos quedaremos pocos días. Además mañana saldremos de madrugada, pues imagino que ya te andarán buscando.
-Eso creo.

Hablamos un par de cosas más y el sueño nos venció por fin.

Al día siguiente nos despertamos temprano y del mismo modo que ayer salimos por una ventana. Evidentemente los monstruos ya nos rastrearon.

Prácticamente repetimos el procedimiento del día anterior, con la diferencia de que tuvimos que caminar un largo tramo hasta llegar a la cima en donde estaban ubicadas las cabañas. En esta ocasión si tuvimos la oportunidad de alquilar una cabaña y tener habitaciones separadas. Era interesante volver a estar con Ricardo como antes, hablábamos más, sabíamos más del otro, bueno de hecho somos muy buenos amigos y nos apoyamos en casi todo.
Hasta que de nuevo llegó la noche y cada uno fue a su habitación.

El reloj marcó las 10 de la noche y yo seguía despierta. Luego marcó las 11 y yo aún no podía dormir. Por último, a las 12 salí a tomar un poco de aire fresco, desde aquella colina se veía toda la ciudad, eso me recordó al último lugar que vi en el Antiguo Egipto.

Me senté en la hierba seca, muy cerca a un árbol frondoso, que en su tronco llevaba escritos nombres de personas en medio de un corazón. Promesas de amor.

-Cleopatra-me tensé. Era la voz de Menes, rápidamente me puse de pie y alerta.
-¿Qué quieres?
-Que bueno que te encuentro-dijo respirando irregularmente. Se notaba que había subido la pendiente corriendo-. Pensé que nunca lo haría.
-¿Qué quieres?-volví a repetir.
-Solo verte. Cuando me enteré de que te habías ido, supe que Ahkmenrah saldría en tu búsqueda y creo que no te vendría mal una ayuda mía en el caso de que te encontrara.
-¿Por qué? ¿Que va a hacerme?
-Esta muy enfadado. Arsinoe le ha contado los hechos y vaya que se a enojado. Ha salido con casi un ejército a buscarte.
-¡No lo entiendo! ¿En qué le podría ser de ayuda?
-Ahora eres una candidata para ser su esposa y si te soy sincero creo que le gustas mucho, hasta diría que está a un paso de enamorarse de ti. Y obviamente le a molestado mi presencia, después del beso que presenció ha querido asesinarme prácticamente.
-Lo siento.
-No lo sientas. De todas formas preferiría perder la cabeza a que dejarte ir-dijo sin ninguna vacilación, supe que esto  era serio, que me estaba pro poniendo algo.
-Menes, acabas de conocerme, ¿Por qué harías algo así?
-Cleo. No acabo de conocerte. Yo te conozco desde hace siglos-su voz me dijo que nada era una broma, por último sonrió y dijo-. Te contaré nuestra historia. Más bien un resumen.

"Nuestra historia"...vaya.

-Cuando era joven hice una cosa que a los dioses no les gustó nada y me dieron un castigo, enamorarme perdidamente de una mujer. Y no es que eso fuera malo. Sino que eso desencadenaría un evento que me condenaría a amarla en cada vida y a no poder tenerla. Recuerdo que un día la llevé a una colina, específicamente a un árbol en donde se juraba "amor eterno" y ese juramento, para alguien que vivía en Egipto era sagrado e irrompible. Pero antes de que lográramos completarlo alejaron a mi amada de mí y desde aquel momento me he condenado a amarla y no poder tenerla porque ella siempre se enamora de alguien más.
Eso parecía más desgarrador de lo que se escuchaba. Menes parecía contrariado. Y de repente imágenes borrosas e inconclusas llenaron mi mente. Cada imagen proyectaba alguna parte de lo que Menes acababa de contarme.

-Esa mujer, mi amada, eres tú Cleo.

Me sorprendí menos de lo que esperé. Y de repente supe que aquel lugar era en el que había hecho la promesa de amor.
Me acerqué al tronco y sobresaliendo ante todo estaba un corazón y en el centro había un nombre y una inicial. Menes y C.

-No sé que decir-me sentía algo incómoda.
-No digas nada-replicó y se acercó a mí. Me besó tan intensamente que parecía no haberme visto en siglos (lo cual tenía parte de verdad)
Luego de separarnos, cogió una pequeña ramita y empezó a dar forma a una letra más de mi nombre, no sabía que significaba aquello, pero antes de que siquiera acabara de escribir un látigo le golpeó en la mano.
-No lo harás-dijo Ahkmenrah, se encontraba muy serio e imponente. Estaba montado en un caballo con un montón de guardias con cabeza de animal y cuerpo de humano atrás.

A Menes le sangraba la mano y traté de ayudarlo, pero no pude.
Sin dar más explicación bruscamente me tomó de la vestimenta e hizo que montara en la parte delantera de su caballo.

***
Maratón 1/3

Enamorada del hijo de un FaraónWhere stories live. Discover now