Capítulo XVIII Sueños

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Ella no se  había ofendido por los comentarios,  aunque  habiendo aclarado con Charlotte el tema, le había contado a Will con algo de tristeza que lamentaba hacer sufrir a su madre con sus decisiones, que no le gustaban loa comentarios de la gente y que en realidad, ella también quería casarse antes de ir a vivir con alguien.

Estas eran ideas que  se debatían en la cabeza de Darcy,  esa mañana luego del penoso despertar,  mientras conducía rumbo a la casa de Elizabeth.

Semejante estado de cosas lo hacía pensar en que tenía que tomar una decisión sobre su vida,  ¿estaba preparado para casarse?, lo agobiaba sufrir tanto la perdida de Elizabeth en el sueño,  a la vez,  sentía que la quería más a ella que a él mismo, y esa; era una afirmación que él jamás se hubiera imaginado hacer  en su vida. ¿Querer a alguien más que a mí mismo?, se preguntaba.

La terapia ayudaba, pero no podía hacer magia, esa tarde hablaría sobre los sueños, necesitaba descansar y con esos sueños se le hacía imposible, necesitaba reflexionar sobre la posibilidad de adelantar el matrimonio para que Lizzy no sufriera, pero él, ¿estaba preparado para casarse?

La pregunta no cedía dentro de su  pensamiento y él no conocía la respuesta correcta.

Él no podía casarse con una mujer que le provocaba tanta angustia, si la dejaba dejaría de sufrir,pensaba al mismo tiempo que  se tomaba la cabeza, ya que volvían a  navegar  esos pensamientos incoherentes en su cabeza;  necesitaba eliminarlos, quería una medicación que los elimine por completo. ¡Eran una completa mentira!, el juego de su maldita locura, le hacía creer que estar lejos de Elizabeth le devolvería la paz, pero eso  era engañarse de una manera cobarde y vil, nada menos cierto.

Esos sueños debían ser consecuencia de otra cosa, ¿ qué era lo que perdía, repitiendo el sueño que  tanto dolor le causaba?,  a Elizabeth no era,  ella estaba viva y bien para su tranquilidad, ¿ que sería?

Soñarla muerta era insoportable, al punto que se le hacía imposible contar eso a nadie más que a su analista, y eso lo hacía sepultar las esperanzas de creer que mejoraría pronto su situación. La sensación imperiosa de compartir con alguien esos acontecimientos tan desagradables lo hicieron pensar en la Sra. Reynolds, pero dudaba, ya que durante las últimas  semanas la había notado especialmente atrevida y descortés en el trato hacia Elizabeth, él se daba cuenta que su extrema devoción hacia ella no causaba mucha alegría en sus allegados, el esposo de Georgiana evitaba los encuentros con ellos interponiendo excusas ridículas, la Sra. Reynolds se había negado a participar de una merienda familiar, en donde se había anunciado el embarazo de Georgiana , argumentando que ella prefería mantenerse en su lugar de ama de llaves, circunstancia del todo rara, la única que parecía sentirse feliz por entero era su hermana.

Llegó a lo de Elizabeth decidido a hablar de este tema con ella,  la necesidad de tenerla cerca cada mañana, del casamiento, de los sueños,  pero al verla su extremo deseo lo desalentó. Ella aún estaba en camisón y no pudo contenerse.
El sillón se había convertido en el cofre de sus más revelados instintos, ella  rara vez se resistía  a recibir su amor, las horas volaron y Will no logró hablar de ningún tema más que del amor incondicional que sentía.
Desayunaron, Will llevó a Lizzy a Nothing Hills,  ella trabajaba en un nuevo proyecto en una galería de antigüedades.

Cuando bajó del auto el se acercó a abrile la puerta y la beso, unas jóvenes veían la situación el era descaradamente atractivo, su Rolls- Royce impactante y el amor que le demostraba sin temor adelante de todos generaba ternura y y algo de animosidad, Lizzy era más bella por dentro que por fuera, y medio Londres se preguntaba cómo se había convertido en la elegida por Darcy.

Se despidieron deseando no hacerlo, sin detenerse en quienes los espiaban, estaban profunda e incondicionalmente enamorados.

Con el correr del día,  el arduo trabajo y su encuentro con Lizzy le habían dado a William energía para  recuperar la calma, las cosas funcionaban mejor en sus pensamientos.

El sueño de William DarcyKde žijí příběhy. Začni objevovat