Capítulo XI ¿Vivir en Londres?

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De solo imaginarse en no volver a hablarle sentía angustia, la odiaba por hacerlo sentir tan vulnerable, sabía que sería muy difícil esa nueva etapa de su vida, una mujer, bella, atractiva, con carácter, una mujer que no tenía el menor interés en que un hombre le diga qué hacer de su vida, le desesperaba la sola idea de pensar en quién era Elizabeth ¿Justo a él le tenía que pasar eso?, se preguntaba, intentando continuar con sus actividades habituales.

Llamo a uno de sus colaboradores en Londres para resolver lo del auto:

_ Robert ¿Cómo has estado?_ sonaba tranquilo y seguro.

_ Bien Sr. Darcy, esperaba su llamado ayer por la mañana.

_ He viajado por la tarde, mi auto ha quedado en Maida Vale me gustaría que lo busques, te enviaré los datos de la mujer a quien debes llamar antes de pasar a retirarlo. Llego a Londres mañana a las 22,30 con Georgiana, deberías esperarnos en el aeropuerto.

_ Así lo haré Darcy, quédese tranquilo. Envíeme los datos me encargaré de tomar el auto y de recogerlos.

_ Gracias Robert, cuento contigo.

_ Hasta luego Sr.

Will cortó el teléfono y automáticamente envío un mensaje a su chofer con la dirección de Elizabeth y adjuntó el teléfono, estuvo tentado de pedirle a Robert que lleve unas rosas de su parte, "lleva unas rosas"... escribió en el mensaje, dudo unos instantes y borró los últimos caracteres, enviando solo los datos.

¡No pensaba seguir demostrando nada! Demostrar no hacía más que ponerlo en ridículo, quién se creía esa menuda insolente, que se demoraba horas en contestar a  sus mensajes.

******

En Londres las cosas iban peor, Elizabeth se había levantado con una terrible cervicalgia que no le permitía mover el cuello hacía un costado, recordaba un momento en el cual se había esforzado en no cruzar su mirada con Caroline antes de la llegada de Will al juego, mal sentada en los asientos y esforzada durante más de quince minutos en esa posición, había contraído los músculos del cuello, buscaba desesperada un calmante para poder ir a trabajar.

El teléfono sonó varias veces, y como era su costumbre no lo contestó.

Luego de una hora, ya repuesta aunque con una movilidad parcial del cuello, tomó todos sus artículos de decoración y llamó a una de sus asistentes:

_ Tris te espero en la puerta del lugar a las once, no debes demorarte porque antes de las quince debemos estar en otro lugar.

_ No lo haré Elizabeth estoy saliendo en este momento ¿Charlotte viene?

_ Charlotte tiene a uno de los nenes enfermos, yo muevo el 50% de mi cuello, no creo que sea un buen día, Charlotte vendrá por la tarde.

_ Bueno nos vemos en unos minutos, no te esfuerces.

_ ¡Chau linda!

Charlotte Lucas ayudaba a Elizabeth con la decoración cuando los niños quedaban en el jardín, tenía dos hermosos hijos con William Collins, el primo de Lizzy, el mayor William era su ahijado, el menor, David era ahijado de su padre. Eran maravillosos, inteligentes y muy juguetones.

Lizzy era muy amiga de Charlotte desde la infancia, confiaba en ella, en su prudencia, ese día necesitaba más que nunca hablar con su amiga, necesitaba contarle sobre su Will, necesitaba su consejo.

Miró las llamadas perdidas, números raros y desconocidos. Un mensaje escrito de un número desconocido que tenía por foto a un hombre mayor, con traje militar.

<< Señorita Elizabeth soy el coronel Robert Brandon, necesito hablar con usted para retirar el auto del Sr. Darcy de su casa, cuando pueda avíseme o volveré a contactarla>>

El sueño de William DarcyWhere stories live. Discover now