43.

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Corrí tan rápido como mis tacones altos me dejaron y me planté frente a los chicos. Estaba sin aliento. Parecía que hubiese corrido una maratón entera y no solo de la puerta hasta acá. Pero aquí estaba casi sin poder respirar. Quizá parte de la culpa la tenía los nervios que me embargaron al saber que Poncho estaría aquí. Por lo que clavé la vista en Pedro sonriendo abiertamente.

—¡Any! ¡Viniste!

Oh, si. Vine.

Me costó muchas peleas, lágrimas y manipulación de Manuel hasta que accedió. Quizá "accedió" fuera decir demasiado, a sabiendas de que mi esposo me esperaba en el coche aparcado en el estacionamiento.

Me sentía en una especie de libertad condicional, y era terrible.

Claro, no faltó el "la pagarás muy caro si te acercas a Herrera, Anahí, y sabes con qué" orden que probablemente tendría que cumplir.

O más o menos.

No me iba a acercar demasiado. De hecho, dudaba que él quisiera que me acercara y en cierto modo lo entendía. Pero necesitaba verlo. Lo había extrañado como el infierno.

Noté su vista en mi y al desviar la mirada y confirmé que Poncho me miraba con sus hermosos ojos verdes ahora casi negros de ira. Le dedicó otra mirada furiosa a Pedro y luego otra a mi.

—Juro que pensaba que no vendrías —me habló Pedro, pero su mirada no se quitaba de la de Poncho— no me confirmaste mis mensajes.

—Si, lo sé. Lo siento. No pensaba hacerlo hasta hace unas horas y mi celular tiene un problema de cobertura desde hace.. días —mentí— por eso no te avisé.

—Bien, pues. Están los 6 y eso me hace bastante feliz. ¿Todo bien? —nos preguntó y todos asentimos, menos Poncho, claro— arriba entonces.

Los chicas me abrazaron un momento antes de subir las escaleras hasta la tarima, empujando a Poncho y a Christopher con ellas.

—¿Estás bien? —me preguntó Christian abrazándome por los hombros.

Negué con la cabeza conteniendo con fuerza mis lágrimas. Me dolía demasiado el pecho.

—Venga, todo irá bien.

Me llevó con él y subimos las escaleras. Los flashes de las cámaras me obligaron a sonreír y saludar mientras me ubicaba. Las sillas tenían nuestros nombres, como no. La de Anahí era la tercera, al lado de la de Poncho aún desocupada. Chris lo notó y me ofreció cambiar con la de él.

—Gracias.. —susurré mientras buscaba a Poncho disimuladamente con la mirada. Estaba recibiendo una botella agua de alguien al otro extremo, le agradeció y se sentó en su sitio sin mirar hacia otro lado.

La rueda de prensa comenzó con un pequeño agradecimiento por parte de Pedro y de los chicos. Yo no podía escuchar más allá de mi corazón latiendo fuertemente, al saber que tenía a Poncho a menos de un metro. Las manos me temblaban y sudaba frió. No podía concentrarme muy bien en las preguntas que hacían sobre el documental, pero los chicos las respondían, y agradecía eso.

Al menos, hasta que las preguntas se fueron tornando más personales, y como no, dirigidas a mi.

—Anahí, muchas felicidades por tu bebé. Es muy hermoso. Cuéntanos ¿que tal te has adaptado a la vida como mamá? —preguntó una mujer a la que difícilmente veía desde mi posición.

—Ehh.. —me aclaré la garganta— muchas gracias. Manu es un niño precioso y tranquilo. Aún estoy adaptándome y aprendiendo cada día el ser mamá. Pero puedo asegurar que es una experiencia maravillosa —sonreí— estoy más que feliz y agradecida por su vida.

—¿Volverás pronto a los escenarios? —preguntó la misma mujer.

—Yo... No lo creo, de momento. Quiero vivir plenamente esta etapa y espero que los fans puedan entender eso.

—¿Que opinas de Poncho en su etapa como padre también? —preguntó alguien más y yo me tensé al instante.

Joder. No me atreví a mirarlo mientras armaba mi mejor sonrisa y me acercaba al micrófono. Sin embargo no podía decir más que la verdad.

—Poncho es una excelente persona y estoy segurísima que es un padre excepcional. Estoy muy feliz por él. Dani es precioso.

Pude observar como el hombre que me había hecho la pregunta sonreía con malicia y se giraba hacia Poncho, acercando de nuevo su micrófono. Mi sonrisa se borro y presentí que nada bueno venía a continuación.

—Poncho, sabemos que siempre tratas de evitar las preguntas de la prensa sobre Anahí y su esposo político.. ¿Existe algo que te moleste de su nueva vida como primera dama?

Oh, santa mierrrda. En ese instante quise un hundirme en la silla y que me tragara la tierra. Con lo borde que es Poncho con la prensa y lo cabreado que está conmigo probablemente suelte alguna burrada. No, por Dios. No debí venir hasta aquí.

—Pues.. —oí la voz de Poncho en el micrófono y no quise ver, no quise ver ni oír, sin embargo, me preparé para cualquier mierda que diría de mi— Lo que haga o deje se hacer Anahí con su vida poco incumbe, así que mi opinión sobre tal es irrelevante para ella, para ustedes y cualquiera. Si es feliz así ¿que más da?

¡¿Que?! ¿Habla en serio? ¿Me está defendiendo o insinuando que no le importo una mierda? ¿O las dos cosas? Pero sabía que estaba enojado, y su tono de voz amargo lo confirmaba.

Debe saber que no soy feliz. Ni pizca de feliz como lo estaba con él ¿acaso este tiempo en Cancún no lo dejé claro? Si, se que ignorarlo todo este tiempo y postear fotos con Manuel parecía todo lo contrario. Pensaba que le había perdonado la infidelidad y todo lo demás, pero que equivocado estaba.

Luego de un largo silencio en la sala y una tensión que podía cortarse con un cuchillo alguien más carraspeó, se levantó y le preguntó algo a Dulce referente a su novio y si había boda en puerta, pregunta que ella amablemente negó.

Gracias a Dios.

Sentí una mano apretar la mía, más fría que el hielo. Miré a Cristian que me sonrió calidamente y me susurro: Es un idiota.

Unas cuantas preguntas más tarde nos levantamos, nos hicimos unas cuantas fotos los 6 (Poncho y yo en extremos opuesto, claro está) y bajamos de la tarima. Debajo, Pedro nos esperaba con una sonrisa. Agradecido nos abrazó a cada uno.

—La cena será en una hora en mi casa ¿les va bien? —preguntó.

Oh, oh.

—Yo... Eh.. No asistiré, lo siento.

Todos protestaron en queja, menos Poncho que se retiró a la mesa de bocados. Lo seguí con la mirada mientras se llevaba una tostada a la boca y como si sintiera mi miraba sobre él, sus ojos se encontraron con los míos un segundo antes de fulminarme con la mirada.

—Estoy algo cansada.. —y, a sabiendas que esto empeoraría, dije:— y mi esposo me espera afuera.

Siempre Serás Tú. Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ