34.

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Cuando el agua ya me llegaba por los muslos, esos que aún sentía calientes, me di ese chapuzón que tanto necesitaba. Nadé hundiéndome lo más que pude hasta salir en otro lado más alejado, donde el agua ya me llegaba los por pechos. Me saqué el agua de la cara y no vi a Poncho por ningún lado, y juraba que había entrado conmigo. Segundos después sentí algo aferrararse a mi tobillo con fuerza y grité sacudiéndolo para sacarlo. Bajé la vista y pude observar perfectamente a Poncho debajo de mi saliendo del agua.

-¡Tarado! -le golpee el hombro mientras se sacaba el exceso de agua con una carcajada.

-Miedosa.

-Se supone que debes cuidarme, no asustarme -reproché con un puchero y me crucé de manos. Aun me sentía excitada y el agua no hacía nada contra eso. Mucho menos cuando Poncho se acercó tomándome de la cintura. Pasé mis manos por su cuello y me abracé a él, rodeandolo con mis piernas.

-¿Así está mejor? -murmuró sobre mi cuello y yo asentí.

No tardó en comenzar a besarme el cuello, subiendo lento por mi mandíbula hasta mi boca. Mi poder de racionar se fue mar a dentro a medida que el beso fue aumentando de intensidad, mis manos se aferraban a sus cabellos mojados y las suyas a mi cintura, mis caderas y mis piernas. Quería que me hiciera suya ahí y mismo o explotaría en cualquier momento. Gemí de placer cuando bajó sus besos y llevé atrás la cabeza para darle acceso. A ese momento no sabía que latía más, si nuestros corazones o nuestras entrepiernas. Era tanto deseo retenido que no lograba apaciguar aún.

Su mano viajó de mis piernas hasta la espalda de nuevo pero esta vez sentí como mi bañador se aflojaba. Eso en vez de excitarme, me trajo a la realidad del sitio donde nos encontrábamos. A plena luz del día, con personas a varios metros de distancia. No podía exponerme de ese modo ¿que me ocurría?

Me aparté, sosteniendo con mis brazos el bañador y Poncho me miró fugazmente confundido, hasta que pareció caer en la realidad. Cerró los ojos y bajó sus manos.

-Lo siento -cuando abrió los ojos yo luchaba con mi bañador para atarlo de nuevo- te ayudo -se acercó por detrás y me ayudó, nuevamente se disculpó- no se que me ocurre. Ya me cuesta mantenerme a raya.

-A mi también -suspiré y votée a encararlo- Lo de anoche.. Tenemos.. Que hablar sobre eso.

Poncho cerró los ojos y suspiró.

-¿Te arrepientes?

-¿Tú te arrepientes?

-Te pregunté primero, Anahí.

Aspiré hondo y negué lentamente.

-Pero estoy confundida. No esperaba esto.. -agité las manos entre los dos- que esto.. ya sabes.

-No esperabas que aún tuviéramos esta conexión -lo afirmó, más que preguntarlo- Yo tampoco, en realidad.

Comencé a salir del agua seguida por él mientras ordenaba mis ideas. Seguía hecha un lío y no ayudaba que Poncho también se sintiera igual. Me senté sobre la toalla y él a mi lado.

-Me siento muy mal, Poncho. En este momento me siento una intrusa en tu vida, en tu relación, en tu familia. Tienes una esposa, no tengo nada más claro que eso y yo solo recuperar esa amistad que siempre hemos tenido, pero... No esperaba que esto esto entre tú y yo siguiera latiendo... -esperé que dijera algo pero su expresión no cambió un ápice, suspiré pesadamente y continué- pero esto es una mierda, lo sé. Solo quería retenerlo un poquito más para mi. Pero no quiero que eso cambie tu relación con Diana.. -murmuré, sintiéndome una mentirosa.

-Tarde -por fin, levantó su vista a la mía- las cosas con Diana no vienen muy bien desde.. hace unos días -se frotó la cara antes de mirarme angustiado- Debería sentirme pésimo. Y de alguna manera así me siento. Pero.. No tanto como debería. No sé que me pasa, Anahí.

***

No sé por que, de repente, le estaba contando los problemas con mi esposa a Anahí. Tal vez fuese porque nuestra relación siempre había sido así y eso en cierto modo no estaba bien, pero ella siempre me había comprendido. Ella siempre lograba que me sintiera mejor. De todos los modos posibles.

-¿Quieres decir.... -abrió la boca sorprendida- que tú y Diana...?

-Solo no estamos muy bien -dije simplemente, recordando los mensajes que había leído esta mañana. Mensajes para nada agradables sobre si también tardaba en responderle los mensajes a Anahí.

-¿Por qué? digo, si se puede saber.

-Es complidaco. Quizá esté bajo mucho estrés últimamente, pero ya estoy harto de sus recriminaciones.

Evitaba contarle que en la mayor parte de su enojo era, precisamente, ella el tema de foco.

-Bueno, tal vez solo es el estrés de ser mamá.

-No lo creo. Pero he estado a punto de perder la paciencia en varias ocasiones. No quiero hacerle daño. Está Dan de por medio.

-Tu mismo me has dicho que un bebé no tiene que ser el motivo de un matrimonio.

Si supiera..!

-Es distinto. Tú quieres darle a tu hijo un futuro igual al de su padre y piensas que lo mejor es que estén juntos. No sabes el error tan grande que cometes. No sabes quién es Manuel.

-No quiero darle ese futuro -desvió la vista.

-¿Ah, no? -sonreí de lado, complacido por que al menos recapacitara un poco. Quise besarla en ese instante.

-No. Pero ese no es el caso. El caso es: nosotros. ¿Que vamos a hacer?

-No sé tú, pero yo quiero besarte.

-¡Poncho! -la vi sonrojarse- hablo en serio.

-Yo también. Anahí, sé que no está bien esto, que estamos bastante grandes y lo suficientemente maduros pero, maldita sea, hacía mucho no me sentía así. No sé que mierda te traes tú conmigo ni mucho menos que me pasa a mi contigo, pero me estás volviendo loco -me sinceré- me confundes y necesito saber que quieres de mi ahora.

-Poncho, mis motivos también están confusos en este momento. Sabes muy bien lo que significas para mi y lo mucho que sufrí por ti, pero logré vivir con eso. Me tocó rehacer mi vida como hiciste tú y creí haberlo logrado, pero ya ves.. -se alzó de hombros- luego apareces de nuevo en mi vida y me haces replantearme que es lo que realmente quiero.

-¿Que te replanteas?

-Lo que me pasa con Manuel, lo que siento por ti..

-A ver.. -con el corazón martilleandome me levante para situarme frente a ella, tomando sus rodillas- ¿Que sientes por mi en este momento?

Any se modió el labio nerviosa, buscando quizá una respuesta adecuada. Al fin me miró y respondió.

-Deseo.

-¿Solo eso?

-Sabes que nunca he dejado de quererte -respondió al cabo de un rato y yo asentí lentamente.

-¿Dejarás al imbécil Velasco? -solté sin pensar.

-¿Tú dejarías a Vázquez? -alzó una ceja retandome. Estaba tratando de persuadirla y la muy maldita me retaba.

-No es lo mismo.

-¿Ah, no? Si estás muriendo por besarme, es porque tu matrimonio está más mal de como me lo pintas ¿no crees?

Maldita ella, y maldita su sonrisa tan seductora.

-Tu me tientas.

-Creí que eras más fuerte.

-Contigo nunca pude serlo -fruncí el ceño- tú lo sabes muy bien.

Anahí separó sus piernas, se acercó a mi y las enroscó a mi al rededor. Tomándome la cara vi en sus ojos un brillo que hace mucho no apreciaba. Era simplemente hermosa. Sin pensarlo uní mis labios a los suyos y devoré su boca.

-¿Que haremos con esto, Poncho? -murmuró en mis labios luego de un rato.

-No lo sé -apreté los ojos tratando de aclararme, pero me era imposible. Para mi, en este momento, solo existía ella- Estaremos aquí solo unos días... -murmuré más para mi que para ella, abrí los ojos para ver los suyos mirándome tan tiernamente. La necesitaba tanto.. - ¿Que tal si disfrutamos este momento?

Siempre Serás Tú. Where stories live. Discover now