38.

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Sé que había prometido hablar con Diana al día siguiente, pero por alguna razón dejé pasar cuatro días.

Mi esposa seguía con su ley de hielo. O casi. Solo me hablaba cosas específicas o de su trabajo. Nada personal. En ese momento estaba en el trabajo mientras yo cuidaba a Dan. Veíamos caricaturas en nuestra gran tv, le gustaba mucho verles de cerca y lo dejaba por un rato.

Anahí no me había respondido, ni llamado, ni dado señales de humo. Eso me preocupó al segundo día y tuve que llamar a Neni con toda la vergüenza que traía, pero me había contado que se había ido a Chiapas hacía dos días. Eso quiere decir, al día siguiente que yo llegue acá. No me había comentado eso la última vez que hablamos, de hecho, no me había comentado nada y eso me enojó. ¿Que carajos le pasaba?

Dejé pasar esos días. Ya la angustia me carcomía las entrañas al saber que estaría con Velasco.. ¿habrá logrado entrar al despacho? bueno, me habría avisado. Pero no lo hizo. No ha hecho nada.

Moría por llamarla de nuevo, pero algo llamado orgullo me frenaba. Y es que, debió haber visto mis llamadas y mis mensajes ¿no? no me devolvió esas llamadas ni esos mensajes.

¿Hice algo mal acaso? ¿Estaría molesta porque estoy con Diana? Pero caray, no tiene por qué. Se suponía que.. bueno, eso pensaba arreglarlo, pero de igual modo para entonces habíamos dejado que solo disfrutaríamos el momento en Cancún. Y ella estuvo de acuerdo.

¿Y ahora que ocurría?

En ese momento moría por tomar el primer avión a Chiapas y preguntarle en la cara. Y luego besarla..

Justo en ese momento Diana llegó y me aparté esos pensamientos de la cabeza. Parecía agotada y me ofrecí a servirle la cena que había preparado. Ella sonrió un poco y asintió agradecida. Yo sentí en eso un avance.

—¿Y bien? ¿Que tal el trabajo? —pregunté una vez se sentó en la mesa ya cambiada, dispuesta a comer.

—Bien. Estamos trazando los planos y recreando un poco el diseño. El proyecto es más grande de lo que pensé.

—Bueno, pues, eso está bien ¿no?

—Si, claro, más trabajo menos tiempo para pesar ¿no?

—¿Que quieres decir? —fruncí el ceño confuso.

—Nada, olvídalo.

—Vale —dije simplemente. Tal vez y debí insistir que había querido decir con eso, pero más o menos sabía la respuestas y no quería tocar ese tema en este momento.

Diana terminó de comer, charlamos un poco más (aunque para nada parecido a lo de antes) y dos horas más tarde nos fuimos a dormir.

O ella dormía. Yo no. Daba vueltas en la cama sin poder apartarme a Anahí de la cabeza y el hecho de que no me había hablado ni por error. Debería enojarme eso (y si, me enojaba) pero más me preocupaba y me angustiaba. Intenté, solo una vez más, comunicarme con ella. Tomé mi celular y me envié un mensaje.

Yo:
Estoy comenzando a preocuparme, Anahí. No sé si simplemente no quieres hablar conmigo, que en ese caso, no sé que carajos hice mal. No sé si estás enojada por algo, puedes al menos decírmelo?
Quiero saber de ti y si estás bien.

Pulsé enviar y suspiré pasando mis manos por el cabello. Que pesado estaba comenzando a sentirme. Pero había algo que simplemente me dejaba intranquilo. ¿Y si Velasco le ha hecho algo? Sé que Anahí me comentó que no sería tan idiota de tocarle un dedo, pero ya la ha tocado y le ha dejado un moretón. Que tal si..? No. Me sacudí la cabeza apartando mis locas ideas y al segundo oí el llanto de Dani en el intercomunicador.

Siempre Serás Tú. Where stories live. Discover now