17.

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Y aquí estaba, frente a la puerta del despacho de mi esposo, de pronto dudando. Aunque aún con enojo.

El simple hecho de entrar a descubrir ¿que? No lo sabía, pero podría ser algo que quizá cambiara mi vida.

No estoy molesta con la que tengo, pero tampoco estoy feliz.

«Manuel te engaña. Manuel te engaña. Manuel te engaña»

Definitivamente no pasaría por eso de nuevo. Prometió no hacerlo más. Prometió tanto.

Extiendo la mano al pomo de la puerta y me pregunto ¿desde cuando? De ser el caso que me estuviera engañando. Porque quizá fuera llamado por otro colega más esa noche, tal vez fue por unos tragos con amigos.. Nada fuera de lo normal.

Pero.. Y su actitud de estos días ¿que?

¡Al diablo, Anahí, hazlo ya!

Giro el pomo y... Trancada. Maldición ¡la tiene con llave! ¿Por que narices Manuel tiene su despacho con llave?

Doy un golpe seco con mi palma y enseguida siento ardor. ¡Mierda! Me devuelvo a la sala de estar y tomo mi celular con intención de llamar a Poncho pero me detengo. No lo haré. Sigo enojada con él por como me habló y seguramente sigue enojado, así que lo dejo pasar y voy de la P a la C en mis contactos.

—¡Princesa! ¿como estás? —me contesta mi amigo del otro lado.

—Bien, Chris. O eso creo.

—¿Pasa algo?

—No lo sé. Creo que... —me interrumpo, de momento no puedo contarle que creo que mi esposo me engaña— Fui hasta el despacho de Manuel y lo tiene con llave.

Escucho a Christian silbar del otro lado.

—Si está con llave, definitivamente algo oculta Any.

—No lo sé. No sé si es solo hoy o siempre lo ha cerrado. Solo he entrado a ese despacho cuando él está dentro.

—Vale, entonces...

—No voy a correr riesgo de entrar mientras él está el el baño o cualquier cosa, así que ¡olvídalo! —lo interrumpo.

—¡He! No te pediría tal cosa.

—Entonces ¿que?

—¿No hay otra forma de entrar? ¿Una ventana o algo?

—¿Sugieres que entre como una ladrona a mi propia casa?

—¡Eso lo haría más emocionante! —ríe Chris del otro lado.

—¡Chris! —reclamo.

—Vale, vale. Ya se nos ocurrirá algo. Y... ¿Haz hablado con el Ponchis? —oigo su voz pícara, seguramente alzando y bajando las cejas al mismo tiempo.

—No, y no voy a hacerlo.

—¿Por qué?

—¡Porque es un idiota! Ayer le hablé y me trató supermal. Seguro estaba su esposita por ahí.

Juro que no trataba de sonar tan molesta, pero Christian me conoce cada cambio de humor. ¡Y es tan directo al respecto!

—Uy, que celos. —dice.

—¡No son celos, Christian! ¿Que te pasa?

—A mi nada. Pero calmate y entiendelo. Diana tiene días agobiandolo.

—¿Como así?

—Bueno, peleando por cualquier tontería. Y es raro porque ella no es así. Por eso está un poco crispado y no te ha hablado.

Siempre Serás Tú. Where stories live. Discover now