Termino de pagar y Aaron está afuera de la tienda hablando por teléfono, toma mi mano desocupada y la besa, yo lo miro embobada y seguimos caminando, con el hablando todavía.

Habla y habla de negocios, yo solo observo las tiendas y de vez en cuando entro en una que otra tienda.

- ¿Tienes hambre? —articula moviendo sus labios sin hablar.

Le hago un gesto sobándome la barriga, señalando que sí, si tengo hambre y él sonríe. Empieza a nevar más fuerte y en unos minutos, está todo lleno de aún más nieve. Suelto su mano y miro al cielo, viendo como caen los pequeños copos y que se detienen en mi nariz, volteo hacia Aaron y le sonrío señalándole la nieve, me lanza la mirada más tierna, así que me acerco a él y le doy un beso en la mejilla.

- Si aquí estoy... cualquier otro detalle o pregunta puede llamar a mi secretaria... si... hasta luego —cuelga.

- ¿Un hombre solicitado, eh? —bromeo.

- Disculpa por dejarte sola. ¿Tienes mucha hambre? —acaricia mi mejilla.

- No sabes cuanta.

- Entonces vamos a alimentarte antes de que te pongas de mal humor.

- Yo no me pongo de mal humor cuando no como.

Me mira como ¿En serio Ada?

- Bueno, solo un poco. ¿Pero quién no?

- Yo.

- Tú no eres de este planeta Aaron, siempre lo he pensado —tomamos camino a la camioneta.

- ¿Y de que planeta soy entonces?

«Del planeta donde el destino de los hombres, es estar así de bueno. Creo que se llama Buenotorris»

- No lo sé, revisa tu partida de nacimiento —se carcajea.

Nos montamos en la camioneta, dejando las bolsas en la parte de atrás y enciendo la calefacción.

- El restaurant no está muy lejos, así que no te vayas a quedar dormida.

- No me iba a dormir —río, porque eso era exactamente lo que iba a hacer.

Desabrocho mi cinturón y alcanzo una bolsita de chocolates, de las bolsas que dejé atrás, y comienzo a comermelas.

- ¿Quieres?

- No, gracias. Si como chocolate se me quitará el hambre, además, el chocolate así es aburrido.

- Estas delirando por el frío. No debería comer tantos tampoco.

*
- Este es el mejor chocolate con maní que he comido en mi vida —digo cuando ya me he comido una bolsa completa y llegamos al restaurant.

Aaron baja de la camioneta y se acerca a mi asiento para abrir la puerta mientras yo guardo la bolsa de chocolate.

- Ya me fijé, tienes chocolate en la boca.

- ¿En dónde? —alzo mi vista del cinturón que me estaba desabrochando, para mirarlo y preguntarle.

- Justo aquí —me señala.

Pero no sólo me señala, sino que también se acerca y pasa su lengua por mis labios para retirar los restos de chocolate, lo hace de manera lenta y torturadora. Lo hace sólo una vez, cuando termina presiona sus labios en los míos, un beso corto.

- Así, si es mejor el chocolate.

- ¿Haciendo el trabajo completo? —le pregunto por el beso.

Dulce Infierno Where stories live. Discover now