Capítulo 25 | Estoy aquí

3.4K 267 61
                                    

Cuando despierto, la luz de la habitación es tan cegadora que me lastima.

—¡Megan!

—¿Hija?

Poco a poco, las voces comienzan a tomar forma. Mis ojos comienzan a adaptarse poco a poco y pronto distingo a toda la gente en la habitación: mis padres, dos personas en bata blanca y Jiyong. Mi boca se siente seca y cuando quiero hablar simplemente nada sale de ésta. Siento el cuerpo entumido y pesado, la cabeza me da vueltas.

—No te esfuerces mucho —dice uno de los doctores. Reconozco su voz de inmediato, fue uno de los que me hizo reír—. Necesitamos que salgan un momento —le indica a todas mis visitas.

Veo a mi mamá con lágrimas en los ojos y a mi papá reconfortándola mientras salen por la puerta. Cuando mis ojos se posan brevemente en la superestrella, mi corazón comienza agitarse e inmediatamente la máquina que registra mi pulso me delata. Se me seca la boca y me entran una ganas incontrolables de llorar. Se da media vuelta y cierra la puerta tras él.

—Soy el doctor Nam, señorita Blackburn —se presenta el doctor que no había hablado—. Estuvo ocho meses en coma después del accidente. El residente Kim y yo tomaremos sus signos vitales. Podrá ir a casa pronto dependiendo de sus resultados, pero antes debemos agendar varias terapias de rehabilitación. ¿Entiende claramente lo que estoy diciendo?

Su voz aún suena algo distante y tanta información hace que me duela la cabeza. Ambos hombres se ponen manos a la obra mientras yo los observo trabajar. Tengo la mente en blanco mientras mi cuerpo comienza a adaptarse a estar despierto.

—¿Quiere que dejemos pasar a sus visitas? —pregunta el residente con voz amable cuando termina de anotar algo en una pizarra que trae en la mano.

—Sí —contesto con voz débil.

El residente me regala una sonrisa antes acomodar la camilla para levantar mi torso. Ambos salen y entran mis papás.

No hay rastros de Jiyong.

Se lanzan a mis brazos. Mamá no deja de llorar y papá tiene los ojos rojos del llanto.

—Pensamos que te perderíamos —dice mi papá aún sin soltarme.

—Gracias por regresar a nosotros —susurra mi mamá por lo bajo mientras acaricia mi cabello.

Tenerlos tan cerca me llena de alegría.

Realmente estoy de vuelta.

Durante los siguientes días, mis padres me ponen al día con todo lo sucedido. Había recibido tres heridas de bala: una en el muslo derecho, otra en el costado izquierdo y por último una muy cerca del corazón. Mi atacante estaba obsesionada con G-Dragon y, por si no había quedado ya claro, me odiaba hasta la muerte. Vivía sola con su padre alcoholico que era policía y así había conseguido el arma. Antes de entrar a mi casa, también había vandalizado el edificio de su "oppa" con mensajes de odio hacia mí. Según la investigación llevaba meses planeándolo desde la comodidad de su habitación, pero ahora estaba en la cárcel y recibía tratamiento psiquiátrico.

Cuando terminaron de contarme la historia, vomité al lado de la camilla.

—Los doctores decían que no había razón alguna por la cual no hubieras podido despertar después de la operación —contaba mi mamá mientras me alimentaba con la comida horrenda del hospital—. Simplemente no lo hacías, era como si no quisieras despertar.

Su voz se quebró de repente y comenzó el llanto al que ya me estaba acostumbrando. "Era como si no quisieras despertar" había dicho ella.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora