Capítulo 1 | Llamada

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No puedo creer que me encuentro en esta situación de nuevo. Son las tres de la mañana y esa llamada telefónica me tiene tomando mi maletín y poniéndome tan decente como puedo para ir a la estación de policía. ¿A caso él no sabe que no puedo resolver todos sus problemas? Bajo de mi departamento y tomo un taxi que me parezca confiable. Sé que Seúl es bastante seguro, pero con todos los casos que trato en mi trabajo, ya nada me parece imposible. Le pago al conductor cuando llego a la estación y me alivio al ver que no está rodeada de reporteros: eso sólo puede significar que no saben que G-Dragon está ahí por conducir ebrio. He venido tantas veces a este lugar que podría ser mi segundo hogar... Bueno, exagero un poco, pero lo conozco de pies a cabeza. Saludo a los guardias de la entrada con una sutil inclinación de cabeza y me dirijo a donde sé que veré a mi "mejor amigo" ¿Le puedo dar ese título si últimamente sólo habla para que resuelva sus problemas con la policía sin causar escándalos? Me acerco a la prisión preventiva y lo veo sentado en el camastro al lado de un saco color azul, tomándose la cabeza con las manos. No puedo evitar que mi corazón lata un poco más rápido cuando voltea a verme. La última vez que nos vimos tenía el cabello rojo pero ahora es de su color natural, no trae maquillaje lo que hace que mis pulmones fallen un poco y el pequeño vello facial que se ha dejado crecer me dice que no ha tenido actividades con BIGBANG estos días. Me acerco a los barrotes y los tomo con mis manos. Él se levanta y pone sus manos sobre las mías, que hace que mis mejillas reaccionen de inmediato y se sonrojen. El olor a alcohol y a cigarrillo, sumado a una loción que jamás me podría permitir comprar pero que huele delicioso, me embriaga y mi cuerpo se relaja al reconocer al hombre que está frente a mí.

—Gracias por venir, Meg —dice con su mirada fija en mí. Al parecer el alcohol ya casi abandona su sistema. Trae puesta una camisa blanca con los primeros botones sin abrochar por lo que veo su piel expuesta, me siento hiperventilar hasta que noto labial por toda la tela blanca que rodea su cuello, labial de diferentes colores —. Por un momento pensé que no vendrías.

—Yo también —contesté lo más seria que pude—. ¿Por qué no llamaste a YG?

—Si venían sus abogados la gente se enteraría... Tú eres más discreta.

—Claro... —dije, alejándome de él—. Ahora regreso.

Di media vuelta y me dirigí a hablar con el jefe de la estación para sacar a G-Dragon de este lugar. Este no era mi mejor amigo, era la estrella aclamada con la vida llena de excesos. Toqué la puerta del jefe y la abogada dentro de mí salió a la superficie para hacer su trabajo. Después de una larga charla, logré que dejaran salir a la superestrella de inmediato y que desconfiscaran su Lamborghini, además de mucha discreción en el caso. Sonreí para mi misma pues no por nada me había graduado como la mejor de la generación en la universidad. Un oficial me acompañó hasta la celda y abrió la puerta.

—Vámonos, estrella. Estás libre —dije sin detenerme y seguir mi curso hacia la salida. Lo escucho correr detrás de mí y alcanzarme para caminar a mi lado. De inmediato noto la diferencia de altura que él siempre había aprovechado para hacer bromas. Salimos al aire fresco de la madrugada que hace que me rodeé con mis brazos de inmediato por el frío que se siente y caminamos unas calles hacia atrás con dirección al lugar en donde tenían retenido a su auto. Cuando estamos a punto de llegar, me toma del brazo y me dirige hacia una calle vacía con poca iluminación. Estoy a punto de protestar pero me rodea con sus brazos y me envuelve en un abrazo.

—Gracias —me susurra al oído. Hago un esfuerzo casi sobrenatural para no devolverle el gesto—. Te compraré lo que quieras, lo prometo —dice alejándose de mí con una sonrisa de oreja a oreja. Me decepciono de inmediato. ¿Tan acostumbrado está a demostrar afecto por medio de cosas materiales?

—Sí, como digas —contesto de manera cortante. Entrego al policía del lugar el permiso para que nos entreguen el auto. De inmediato me da las llaves y caminamos hacia él.

—Yo conduzco —dice alargando la mano, pidiéndome las llaves.

—Estás loco si piensas que te dejaré conducir —respondo abriendo la puerta del piloto y subiéndome rápidamente.

—Jamás has manejado un Lamborghini —comenta mientras se sube a mi lado y me ve horrorizado. Yo sonrío deleitandome con su horror cuando bajo el vidrio y piso el acelerador. Veo el reloj del tablero que marcan las cinco de la mañana. Agradezco infinitamente que sea fin de semana.

—Siempre hay una primera vez para todo.

Manejo hasta su departamento que se encuentra en la zona más lujosa de Seúl. No hablamos durante todo el trayecto pero lo miro de reojo varias veces y noto como se abandona al sueño durante ratos. Entro al estacionamiento de su edificio y apago el auto. Estoy a punto de salir de éste pero algo dentro de mí me lo impide, siento como si fuéramos a tener una conversación importante.

—¿Cómo regresarás a casa? —pregunta, girando su cuerpo hacia mí y recargando su cabeza en el asiento. Está somnoliento y su voz está ronca. Su estado hace que tenga la guardia abajo y deseo internamente poder tener una charla con mi mejor amigo.

—No creo que me sea difícil tomar el autobús —contesto imitando su posición. Levanta su muñeca para ver su reloj y ve la hora, lo que hace que abra sus ojos sorprendido.

—Será mejor que te pida un taxi, además, mírate —acerca sus manos para tocar mis mejillas. Mi piel responde como si la hubiera invadido una corriente eléctrica—. Estás helada, si quieres subir para darte una chamarra...

—No, Ji. Muchas gracias, lo más seguro es que sean demasiado costosas para ensuciarlas del tteokbokki que comeré en un rato —le digo mientras río. Él también lo hace y ver una sonrisa sincera hace que mi corazón salte de alegría. A continuación se quita el saco azul que trae puesto para ponerlo sobre mis hombros.

—Llévatelo para que no me olvides —me dice sonriendo.

—He lidado contigo toda mi vida, sería algo imposible —contesto. Mi buen humor va saliendo a la luz a pesar de no haber dormido casi nada.

—Aish —se queja Jiyong—. Baja de mi auto, entonces —bromea con el humor juguetón que siempre había adorado de él.

—Es lo que estoy haciendo —le digo mientras lo hago y le enseño la lengua. Él baja rápidamente y me sigue mientras camino al lobby del edificio. Cuando llegamos, le devuelvo las llaves del automóvil.

—Qué insolente eres, Meg. Soy mayor que tú y deberías llamarme 'oppa' —me dice mientras las toma y las pone en la bolsa derecha de su pantalón

—Jamás te llamaré así, Jiyong.

—Ya veremos —me reta. Yo sonrío cuando abre la puerta para mí y me acompaña hasta la parada del autobús. La gente que vive en su vecindario no acostumbran tomarlo, por lo que la parada está vacía y es iluminada por los primeros rayos del Sol. Veo el autobús aproximarse y me volteo para despedirme, pero él me detiene— Ven mañana al estudio junto con los chicos. Grabaremos una canción para el álbum y me gustaría que me des tu opinión.

—Pero si la vas a grabar, supongo que ya ha sido aceptada por todos.

—Lo sé, pero tu opinión es importante para mí —toma mi mano y besa mis nudillos. A pesar de ese gesto, no me permito ilusionarme. Sé que hace lo mismo con miles de chicas.

—Está bien, ahí estaré —lo abrazo de nuevo y me pongo de puntillas para recargar mi cabeza sobre su hombro.

El autobús está vacío y subo a éste acomodando el saco de Jiyong en mis hombros. Cuando su figura va desapareciendo hasta volverse a penas un punto visible, huelo su saco y su olor tan familiar me pone la piel de gallina.

A pesar de todo, siempre es bueno verlo.

Sé que el hombre que amo está bajo todos esos escudos.

Y lo que más me duele es saber que no soy correspondida.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora