Capítulo 20 | Un rato más

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Dos años y medio después de aquella plática en la bañera, las cosas ya no eran tan sencillas.

Si bien mi relación con Jiyong era lo mejor que tenía en mi vida, ya nada era como antes.

Y para ser sincera no sabía cómo sentirme al respecto.

Todo empezó cuando, sólo seis meses atrás, nuestra relación se había vuelto pública. Habíamos disfrutado hasta entonces de dos años de privacidad y de evitar el escrutinio del ojo público, pero ahora estábamos pagando el precio de haber disfrutado de aquella libertad.

Fue una noche en una de las tantas citas que teníamos en la madrugada la que nos expuso a todo el mundo. Nos habíamos vuelto descuidados, tanto así que aquella vez no llevábamos ningún cubrebocas. Habíamos ido al río Han con una botella de vino y una manta para ver el amanecer. Generalmente, Jiyong y yo no demostrábamos nuestro afecto en público. Tratábamos de no besarnos o abrazarnos, a veces ni siquiera tomarnos de la mano aunque no hubiera gente cerca.

Pero bebimos mucho y el alcohol hizo su trabajo. Sólo tomo un pequeño besito en los labios y una fotografía para arruinar lo que teníamos juntos.

—Ella no te dejará hyung —escuché decir a Daesung una vez mientras comíamos en su departamento semanas después de haber sido atacados por reporteros cuando celebrábamos mi cumpleaños.

Jiyong estaba ayudándole a armar un nuevo paquete de Lego cuando los escuché hablar en mi camino hacia el baño.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? La noto muy rara desde lo que pasó en su cumpleaños.

—Hyung, Megan te conoce desde hace años. Sabe cómo es tu vida y está acostumbrada a ella.

Entro al edificio de YG después de no haberlo visto ni una vez en una semana. Ha estado tan ocupado con su próximo comeback como solista que está demasiado delgado. Sus mejillas habían desaparecido, y por eso en las manos traigo una bolsa llena de gimbap para comer juntos. Yo también había estado llena de trabajo y por fin había encontrado un momento para visitarlo.

Camino por varios estudios hasta que lo veo. Tiene la espalda encorvada y los brazos a sus costados con la frente recargada en una mesa.

Sé que esta será una misión difícil.

—¿Usted ordenó gimbap? —pregunto con una sonrisa desde el marco de la puerta mientras le enseño la bolsa con la comida.

Él se endereza y por un momento se ve desconcertado. Cuando por fin me reconoce, una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—No, pero es más que bienvenido.

Dejo la bolsa sobre la mesa en la que anteriormente estaba su cabeza y él me toma de la muñeca para sentarme en su regazo. Me mantiene firme contra él y deja que recargue mi cabeza sobre su hombro. Cierra los ojos y nos quedamos así hasta que nuestras respiraciones se vuelven una.

—Creo que debería irme antes de que alguien venga —susurro ya un poco adormilada por el calor que irradia su cuerpo.

Estar así con él, con tanta familiaridad, hace que mi corazón se agrande y mi piel se electrifique.

Lo escucho gruñir en desaprobación.

—No te he visto en una semana, preciosa. Quiero estar con mi novia un rato más.

Su agarre se vuelve más firme y yo no puedo negarme a su deseo.

Levanto mi rostro suavemente y deposito un beso en su cuello, justo debajo de su manzana de Adán. Él se acomoda en la silla y hace su cabeza hacia atrás, dejando su cuello libre para mis labios.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora