17 | Discusión

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-Maldita sea –gruño bajando el teléfono con excesiva fuerza, ella no contestaba y era la segunda vez.

Apretó su agarre sobre el borde del escritorio donde estaba inclinado, tenía la vista fija en la puerta, tenía que venir había sido una orden, porque si no lo hacia bien seria capaz de ir por ella.

No se encontraba en todos sus cabales.

Su cabeza ahora no solo dolía por la cruda que traía, si no también por la rabia que la hacía palpitar doblemente. Si no podía imaginarse a Emilia con otro, era peor verla riéndose con otro y frente a sus narices.

Tuvo que tomar cada gramo de su autocontrol para no hacer una estupidez cuando la vio, ahí tan cerca de Daniel sonriéndose.

Maldita sea, la escena le parecía insoportable.

Cerró los ojos, la imagen le provocaba una rabia que apenas podía controlar.

Y lo que más rabia le producía, es el para ella solo era un amigo.

La puerta se abrió de golpe, dejando ver a una evidentemente molesta mujer que a pesar de todo lucia sumamente hermosa, aunque jamás podría mirarla con otros ojos, trato de relajar su expresión, pero no podía del todo quería que supiera lo molesto que estaba. Ella se ubicó al otro lado del escritorio y se cruzó de brazos, Sebastián no pudo evitar que sus ojos se fijaran en el escote que dejaba entrever su camisa blanca.

Concéntrate.

Aparto la vista y busco sus ojos, había enojo en sus pupilas marrones, y por un segundo se deleitó en ellos.

-Necesitabas algo –afirmo ella mirándolo con altanería y sacándolo de sus pensamientos- ¿Qué es?

En realidad Sebastián solo quería que se alejara de Daniel, no es que el hombre le cayera mal, pero ahora, bueno ahora no sabía que pensar.

Emilia se recargo en un pie esperando su respuesta.

-No, ahora ya no necesito nada –dijo el tomando asiento, la miro con expresión indiferente- Puedes irte.

Emilia abrió la boca sorprendida, no lo podía creer.

-¿Es una broma? –Se enderezo y dio un paso- ¿Fuiste a buscarme a mi oficina porque no querías nada?

-Ya lo hice yo –mintió- por lo que veo estabas muy ocupada.

-Así era, hasta que llegaste y te pusiste a gritar.

Las cejas de Sebastián se fruncieron con molestia, no podía creer que ella lo estuviera enfrentando porque los interrumpió.

-Lamento haber interrumpido su reunión –comento con acidez- Pero el próximo encuentro que tengan háganlo fuera de las instalaciones.

Esa misma rabia que lo invadió cuando los vio, ahora estaba tomando posesión de nuevo, si tan solo se le ocurría a Daniel ponerle una mano encima a Emilia, lo iba a conocer.

-¿Pero de qué diablos estás hablando? –La voz de Emilia se elevó y lo miro sorprendido.

-Por favor no grites –Regaño poniendo una mano en su sien, su cabeza parecía estar recibiendo martillazos- Sabes de lo que hablo, estabas ahí...

-Hablando de lo que tu deberías estar solucionando, Sebastián –termino ella mucho más enojada, como se le ocurría a él decir algo así- Llevo toda la mañana desesperada porque aparecieras, tratando de solucionar los inconvenientes que te conciernen a ti. Pero no, lo primero que haces es llegar y gritar como un loco.

Déjame amarte solo un pocoWhere stories live. Discover now