4 | Encierro

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El sonido de la puerta al cerrarse hizo sonreír a Emilia, porque segundos después escucho la voz de su hermanito correteando desde la cocina.

-¡Milia! –Emilia abrió sus brazos donde él se arrojó, le devolvió el abrazo, sintiendo todo su amor y su ternura. Ella se arrodillo y empezó a moverse haciendo que el riera. Beso su pelo y su mejilla, el empezó a reírse.

-¿Cómo está el principie de esta casa? –mientras examinaba su sonrisa coqueta, a él le encantaba que le dijeran eso.

-Bien, Milia, mira mamá me compro este nuevo auto –levanto el pequeño juguete que tenía en la mano y se lo enseño.

-Mamá es muy buena –dijo ella sonriente alzando un poco la voz.

-Lo soy, cariño –Miro a su madre, quien salió de la cocina- Bienvenida ¿Sucedió algo? Llegas más temprano de lo normal.

Emilia se enderezo.

-Sí, solo pase por la universidad a recoger unas copias, es por eso.

Su madre asintió.

-Alex, ve a lavarte las manos, cariño, para cenar.

El niño asintió, jalo del pantalón a Emilia para que lo mirara.

-¿Te gusto mi regalo?

-Sí, corazón. Jugaremos dentro un rato ¿Si?

-¡Sí! –el grito con euforia y salió corriendo nuevamente, su madre negó con la cabeza.

-Ese niño es un terremoto. Siento que a veces no puedo seguirle el ritmo.

Emilia sonrió, soltó un suspiro y alcanzo a su madre, le dio un fuerte abrazo, sintiéndose en su refugio, su hogar, su vida.

Julia sintió a su hija un poco tensa, más de lo normal. Se apartó y la miro a los ojos.

-Em, ¿Estas bien?

Emilia se alejó de su madre y se sentó en el sofá.

-Supongo.

-¿Supones? –Julia tomo asiento junto a su hija mientras la miraba- ¿Por qué deberías suponer que estas bien?

Emilia negó con la cabeza, no debía preocupar a su madre, después de todo solo eran tonterías.

-Nada, madre. No te preocupes –le restó importancia, esbozó una sonrisa para que su madre se tranquilizara- Génesis tomo sus vacaciones.

-Eso es muy bueno, ya iba siendo hora. ¿Y cómo queda la empresa?

-Desde mañana Sebastián se hará cargo de la compañía, su hermano.

-¿Su hermano? –Pregunto Julia- ¿El rubio, el que es tan apuesto? –Su madre bromeo y movió las cejas, Emilia tuvo que sonreír, porque se veía muy graciosa- Ese joven es muy...

-¡Mamá! –exclamo Emilia.

Su madre se puso de pie sonriendo.

-No puedes culparme o decirme que para ti no es guapo, solo digo. El condenado tiene lo bueno.

-¡Mamá! –Volvió a exclamar Emilia sorprendida, su madre se dirigió hacia el comedor riéndose a su costa- Ese condenado como tú dices, es un mujeriego bipolar. Se la pasa de fiesta en fiesta, y de mujer en mujer – Hasta su madre pudo detectar el desdén en su voz- La mayoría de los gerentes piensan que el no podrá con el cargo, pero no lo dicen, obvio.

Julia se encogió de hombros.

-Suena como si estuvieras muy pendiente de él.

La castaña abrió los ojos.

Déjame amarte solo un pocoWhere stories live. Discover now