2 | Resignado

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Tienes que hacerlo, se dijo, lo harás, eres fuerte, eres... ¿A quién diablos engañaba? Era una gallina.

No iba a poder, el temblor en sus dedos la delataba terriblemente, la sola idea de ponerse delante de él y mirarlo a los ojos requería todo su esfuerzo, y hablarle directamente pronunciando más de dos palabras era aún peor, no podría hacerlo.

Quería zapatear, esto era tan contradictorio, de verdad que lo era.

-Toc, toc –Lucia fingió golpear una puerta que no existía, Emilia fijo la vista en ella mientras se enderezaba en su lugar- Tengo algo que contarte.

-Dime.

-Tenemos una fiesta –anuncio Lucia con una enorme sonrisa y sus brazos al aire.

-¿Y? –Emilia arqueo una ceja.

-Dije tenemos.

-Sí, te escuche.

-Tú, yo y todos los compañeros.

Emilia fingió no entender.

-Felicidades, que se diviertan.

Lucia se acercó hasta inclinarse sobre su escritorio.

-Ah, no. Esta vez no te escaparas, iras a esa fiesta como que me llamo Lucia Ferrer –anuncio solemnemente.

Emilia asintió.

-Mi querida Lucia Ferrer, tenemos trabajo que hacer así que...

-No, iras conmigo Emilia.

-No quiero ir, Lu. De verdad que no, tengo un examen la otra semana y...

Lucia bordeo el escritorio y la miro con una expresión de tristeza.

-¿Qué se supone que significa eso?

-Es mi mirada de cachorrito, a poco no te conmueve.

Emilia se rio.

-Ni un poco.

La pelirroja hizo un puchero.

-No es posible, siempre funciona.

-Tal vez con hombres que babean por ti –Emilia afirmo mirándola. Lucia asintió pensativa.

-Está bien –dijo- Por favor, Emilia, vamos a divertirnos.

La aludida se puso de pie.

-No quiero Lu, no me gusta... -Se quedó callada cuando sus ojos captaron el pelo castaño claro, casi rubio de su verdugo caminando hacia el ascensor.

-¿Qué pasa? –Lucia siguió su mirada- Volverá, tiene varios documentos que firmar.

Emilia estaba tan desesperada, así que se giró hacia Lucia tomándola de los hombros.

-Voy a ir contigo a esa fiesta –Se quedó pensativa- ¿De quién es? ¿La fiesta?

-Ah, es de Eduardo, es su cumpleaños –ante la cara de confusión de Emilia, Lucia agrego- El de finanzas.

Emilia asintió acordándose de quien hablaba.

-En fin, iré contigo, pero con una condición.

Lucia frunció el entrecejo.

-¿Si? ¿Cuál?

-Me harás un favor, sin preguntar nada.

Lucia se quedó pensativa, era una persona muy curiosa, pero si decía que no, no había forma de que pudiera convencer a Emilia de ir, desde que llego siempre fue una persona reservada, seria y silenciosa. Pero Lucia sabía que detrás de ese caparazón se escondía una dulce chica que tal vez tenía muchas guerras que luchar. Sonrió asintiendo.

Déjame amarte solo un pocoWhere stories live. Discover now