7 | Negación

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El alcohol estaba quemando su garganta, se deshizo del brazo de Janeth y se inclinó sobre la baranda, sus ojos clavados en una sola persona, que nunca espero ver en ese lugar.

La veía hermosa, y más lejana que nunca.

Emilia no había vuelto a mirar en su dirección, una vez más estaba haciendo un trabajo excelente en ignorarlo. Uno de los muchachos de la mesa donde estaba se acercó a ella, le susurro algo al oído, ella se alejó y lo miro, pero en la distancia en la que estaba no podía interpretar que expresión tenía.

Se puso de pie y Luisa hizo lo mismo, ambas caminaron en dirección al bar, pero antes de llegar observo como dos hombres se interpusieron en su camino. Por las posturas de los hombres era claro que estaban muy pasados de copas, mucho más que él.

-¿Qué es lo que ves tanto? –La morena se ubicó a su lado pero sin mirar a la pista, le estaba dando la espalda.

Pero no contesto, su concentración estaba en Emilia y en como uno de los idiotas la tomo del brazo.

No lo pensó siquiera una vez e ignorando el llamado de Janeth bajo las escaleras, paso entre la gente, empujando a algunos hasta llegar a ellas.

Emilia no estaba sorprendida por esto, los hombres que estaban delante de ellas apenas podían ponerse en pie. Dudaba que pudieran pensar.

-¿Vamos a bailar, preciosa? –murmuro el que tenía justo enfrente, traía una camisa lila, con varios botones abiertos, pero se veía deplorable. Antes de que pudiera responder él la tomo del brazo.

-Oye, imbécil, suéltala –exclamo Luisa empujando al que estaba frente a ella.

Emilia estiro el brazo, el borracho quiso agarrarla de nuevo, pero ella se hizo para atrás, cuando ya fue a gritar un improperio una mano se encerró alrededor del brazo del hombre impidiendo que la tocara.

Sintió una mano tomarla de la cintura empujándola hasta chocar con algo duro, jadeo sorprendida.

-¡Lárguense de aquí! –pero la sorpresa fue mucho mayor cuando reconoció ese rugido por encima de su cabeza. Vio como en una imagen borrosa a Luisa mirarlo con la boca abierta.

Segundos después aparecieron dos enormes hombres vestidos de negro precedidos por German, el dio la orden de sacar a los borrachos del lugar.

-¿Están bien? –pregunto German con la frente arrugada por la preocupación, pero esta se llenó de sorpresa cuando vio a Sebastián y su brazo sujetando a la chica que asintió.

-Emilia –el susurro su nombre y lo escucho inclusive por encima de la música, la mano en su cintura estaba quemándola, sentía la piel de Sebastián caliente por debajo de la tela, de repente él la retiro y se ubicó al lado de su amigo dejándola a la deriva, lo observo con los ojos abiertos, llevaba un camiseta blanca y chaqueta de cuero negra, se veia aun en la escasa luz impresionante- ¿Están bien?

El solo tenia ojos para ella, y aunque la pregunta fue en plural, solo le interesaba la respuesta de ella.

La pelirroja al ver que su amiga no decia nada ella hablo:

-Sí, estamos bien, muchas gracias –dijo rápidamente Lucia, quien se quedó como congelada al ver la reacción de su jefe.

-Las bebidas van por cuenta de la casa, Señoritas –ofreció German como disculpa.

Emilia negó, y recuperando la voz dijo:

-No hace falta, nosotras ya nos íbamos –tomo el brazo de Lucia y la condujo hacia afuera- Gracias nuevamente, Señores. Nos vemos, Sebastián –antes de que alguno de los dos agregara algo más, las mujeres desaparecieron más allá de las puertas.

Déjame amarte solo un pocoWhere stories live. Discover now