Capítulo 8: Bueno, él no parece para nada un viejo decrépito

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Me quedé paralizada y no me quedo más que sonreír como una completa estúpida.

-No era necesario pero...gracias-murmuré

-Si que lo era-sonrió pareciendo satisfecho y comenzó a caminar.

Apreté el saco a mi cuerpo mientras caminaba detrás de él y una observación salió de mi boca, tan rápido como llego a mi cabeza.

-No es ceñido-lo mencione lo suficientemente bajo como para que no me oyera, pero parecía estar prestando atención a mis palabras.

Él se detuvo, descansando su mano en el capó del auto en una posición tan atractiva que preferí quitar mi mirada de él.

-¿El traje?

Asentí rápido, avergonzada de mi comentario pero intentando disimular mis mejillas ardiendo, y me detuve a su altura pero del otro lado de su lujoso auto.

-Oh no-frunció el ceño-los odio en verdad, ademas de ser incómodos, me hacen ver como un imbécil demasiado pretencioso

Solté una risa demente sin poder detenerla, compartía ese pensamiento con él.

Joder, ese hombre me sorprendía cada vez más.

El Señor Bieber pareció divertido con mi risa, porque su sonrisa se ensanchó, me sentí algo cohibida por su forma de observarme y sin decir una palabra más, me escondí como conejo asustado, en la seguridad de su auto.

Suspiré con fuerza y la inseguridad volvió a mi cuando él subió al auto sin decir una palabra y puso al motor en marcha.

Cuando habíamos hecho unas cuantas cuadras de distancia, me percaté, otra vez, del intenso perfume que se desprendía del saco del traje del Señor Bieber.

Apreté los extremos más cerca, hundiendome en la fragancia masculina y disfrutando de la tela bajo mi tacto.

Se notaba que era un traje de diseñador y para nada era de esos que tanto odiaba con todos esos detalles y rallas blancas horribles, solo era eso, un traje, común, negro, y que hacia ver al padre de mi amiga como el hombre más condenadamente sexy pisando la tierra.

Sonreí inevitablemente, todo en él parecía ser como me gustaba que fuera un hombre...no un chico, un hombre, tal vez era eso lo que tanto me intrigaba de él.

Cuando levanté la vista y miré al espejo retrovisor, descubrí que él me miraba con curiosidad, cómo si estuviese viendo a un elemento en exhibición muy particular.

Dios, probablemente parecía una psicópata venerando su perfume en el saco.

Mi respiración se volvió errónea y pesada cuando baje la vista rápido, avergonzada y escandalizada de que él me viera sonriendo como idiota y olfateando su traje como una completa maniática.

Mierda mierda mierda

Miré a un lado a mi amiga que chequeaba su teléfono, sin prestar atención alguna a lo que pasaba en el automóvil,

¿Dije pasaba? Por dios, a lo que desearía que pasara.

Unos minutos después nos detuvimos frente a la casa de Brad, la música se escuchaba desde afuera y en el jardín se divisaban dos chicos apenas manteniendo el equilibrio y riendo como locos, Amber y yo nos miramos entusiasmadas.

Esa fiesta seria épica, no había duda.

Mientras tanto, el Señor Bieber miraba con desconfianza la entrada.

-Hmm ¿están seguras de que quieren quedarse?-preguntó frunciendo los labios.

-¡Sí!-asintió Amber emocionada-definitivamente

El Padre de Mi Mejor Amiga|Justin Bieber|Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora