Capítulo 90: ¿Quién no querría ir a París?

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-Joder-gruñí y dejé mi laptop a un lado.

Estábamos a pocos días de finalizar las vacaciones de verano, y había buscado un trabajo por dos semanas consecutivas sin éxito, me encontraba maldiciéndome internamente por no haber comenzado antes mi búsqueda, pero con todo lo sucedido últimamente había sido imposible ocupar mi cabeza en otra cosa.

En cuanto a Brad y todas las consecuencias legales de lo ocurrido, hacía algunos días que el fiscal había ofrecido un acuerdo para ambos, en el cual él podría pasar un año tras las rejas, y luego un año de servicios comunitarios y un curso de perspectiva de género.

Francesca me había dicho que era una decisión enteramente mía, y en verdad sentí que era preferible un año en el que él pudiera recapacitar sobre sus acciones en un curso obligatorio, que otro posible año en la cárcel, por lo tanto el acuerdo fue firmado por ambos y di por finalizada esa etapa como realmente necesitaba hacerlo.

Esperaba ansiosamente que él olvidara su estupido intento de destruir mi vida, y tenía la esperanza de que con el tiempo olvidáramos lo sucedido, aunque tenía muy en claro que no quería volver a verlo jamás.

Además, agradecía no haber tenido que declarar frente a un juez y frente a él, el acuerdo había sido firmado primero por mi y luego por él, y para mi bien no había tenido que verlo más luego de ese incidente en la estación.

-Mierda Emma, no creí que fuera tan complicado-murmuró Amber desde el otro extremo de la mesa de su cocina y observándome entre la eterna pila de libros a su alrededor.

Ella estaba a pocas semanas de rendir sus exámenes de admisión a la universidad de leyes, por lo tanto durante esas semanas que habían pasado desde que Martah se había marchado, nos la pasábamos en su casa, ella estudiando, yo buscando un trabajo.

Mi madre no me apresuraba con cuestiones laborales, pero era frustrante ver cómo ella se la pasaba trabajando y no poder hacer nada para ayudarla, deseaba contribuir y que ella pudiera disminuir sus horas laborales.

-Lo sé, la vida adulta, supongo-suspiré.

Tapé mi rostro con mis manos sintiéndome plenamente frustrada y agobiada, aunque en mi casa la cuestión económica fuera normal, odiaba sentirme inservible, y realmente comenzaba a hacerlo.

-Ey, ¿por qué esas caras tristes?

Las manos de Justin se posicionaron en mis hombros y su profunda voz inundó mis oídos.

En cuanto a Justin y a mí, las cosas iban bastante bien, sin importar que no hubieramos pasado mucho tiempo juntos a solas.

Justin temía que Amber se sintiera sola luego de que Martah se marchó de la casa, aunque ellas se vieran una vez a la semana, por lo tanto su tiempo se dividía entre trabajar y pasar tiempo con ella, por lo que la mayoría de las veces que estaba con él, también estaba Amber, y realmente lo disfrutaba.

Justin era mucho más divertido de lo que podría parecer.

Por supuesto, él había hecho oídos sordos a los pedidos de Amber y me besaba frente a ella, aunque comenzaba a sospechar que lo hacía para molestarla.

De todos modos no lo culpaba, las expresiones de desagrado que ella hacía y sus insultos eran tan jodidamente divertidos como Amber lo era.

Aún recordaba nuestra última salida juntos, en la que Amber había hecho un berrinche para que Justin nos llevará a Mc Donald's, y él lo había hecho a regañadientes, pero en cuanto tomamos nuestros lugares en una mesa había comenzado a besarme de manera ruidosa frente a ella, ganándose quejidos y patadas de Amber del otro lado de la mesa, a lo que Justin había dicho: "Pues esto no sucedería si estuviéramos en un restaurant obteniendo comida de verdad" encogiéndose de hombros.

El Padre de Mi Mejor Amiga|Justin Bieber|Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora