Capítulo 91: Te lo dije nena, soy encantador

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-¿No vendrás?-gemí sorprendida.

Amber me observaba con sus labios fruncidos, en una expresión de tristeza.

-Lo siento nena, se aproximan mis exámenes, no puedo perder dos semanas de viaje-se encogió de hombros apenada.

Me quejé en voz alta y tapé mi boca con mis manos, por supuesto, ¡sus exámenes! ¿como no lo había pensado?

-Es cierto, lo lamento, será difícil acostumbrarme a que ahora tenemos otro tipo de obligaciones-dije cabizbaja.

No sabía muy bien en qué consistía la adultez luego de la secundaria, pero por lo pronto apestaba.

Si no fuera por Justin me encontraría desempleada y sin mi mejor amiga.

-Lo sé, lo mismo digo-dijo en un quejido elevando sus cejas.

Sonreí de lado amargamente y di un paso cerca de ella para abrazarla, me correspondió de forma perezosa, recargando todo el peso de su cuerpo sobre el mío y haciéndome gemir.

Mierda, nunca podría obtener una muestra de afecto normal de parte de Amber.

-Pues más te vale traerme ropa, mucha ropa-comenzó a amenazarme antes de alejarse de mi.

Me separé de ella rodando los ojos, y sabiendo la lista interminable de estupideces que ella iba a pedir.

-Quiero faldas, vestidos, ¡maquillajes!-gimió emocionada ante la idea y apretando sus manos juntas-¡joder Emma! Puedes traer maquillajes de Nuxe, y de Lancôme-chilló.

Suspiré al recordar que faltaba una semana, en la que ella volvería mi vida miserable creando una lista de deseos.

-Amber, puedes comprar maquillajes Lancôme en el puto Sephora, no necesitas que vaya a París para eso

Frunció el ceño y cruzó sus brazos sobre su pecho, pareciendo una cría de 6 años.

-¿Que importa? Apuesto a que los de Francia son mejores, ¿quién dice que los que hacen aquí son iguales?-bufó, y pronto su dedo índice acusador estaba señalándome-ademas soy la pobre desgraciada que se queda aquí, apiádate de mi maldita zorra-lloriqueó.

Resoplé sin saber si reír o matarla.

-Esta bien, te compraré maquillajes Lancôme-acepté de mala gana.

Amber sonrió victoriosa y comenzó a hacer un baile feliz de movimiento de caderas.

Maldita loca

-¿Se lo has dicho a Justin?-pregunté cuando ella había dejado de bailar sobre mi cama.

-Si-dijo tomando su taza de té de mi mesita de noche-se puso algo triste, dijo que quería que conociera su casa y su trabajo allí-se encogió de hombros.

-Oh-apenas pude murmurar, mi corazón encogiéndose por él.

Ella me miró con una expresión de aburrimiento irreversible y rodó los ojos.

-Ustedes dos son tan desgraciadamente cursis-y dicho eso hizo una mueca como si le provocara vomitar.

Fruncí las cejas, tomando también mi taza de té y sentándome en la silla de mi habitación.

-¡No he dicho nada!

-No es lo que dices, es tu expresión-dijo y comenzó a burlarse de mi, con su rostro de exagerada tristeza y fingiendo un llanto ridículo-oh Justin, pobre Justin-hizo puchero.

Puse los ojos en blanco, y evité arrojarle un almohadón solo porque tenía una taza con líquido caliente.

Imbécil.

El Padre de Mi Mejor Amiga|Justin Bieber|Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora