Cuando llegaron, fueron a dejar sus maletas, ya sólo quedaba que esperarán a que su vuelo que salía en un poco más de una hora, saliera. Carolina no podía dejar de mover sus pies nerviosa, no creía en lo que estaba por hacer, cada vez que se arrepentía y que estaba por salir corriendo de ahí, recordaba que era lo mejor para ella y para su hijo. No podía seguir viviendo en un lugar lleno de mentiras, un lugar que sólo le traía dolor, y no podía permitir que su hijo creciera en un lugar así, debía irse de ahí, ya mismo.

Después de un largo rato de espera, escucharon que llamaban a todos los pasajeros para abordar el avión con destino a Barcelona, España. Los dos se pusieron de pie y el hombre tomó la mano de Carolina, esta se extrañó sin embargo no apartó su mano, respiró varias veces y una vez que obtuvo el valor suficiente, caminó junto al sujeto directo al avión.

Cuando estaban dentro del avión y buscaban los asientos que les tocaban, Carolina se estaba arrepintiendo, iba a salir corriendo del avión, pero cuando le llegó una llamada de Agustín, la rechazó de inmediato y tomó asiento a lado de una ventana junto al hombre.

Cerró los ojos y esperó a que el avión despegará, no quería ver el momento en que comenzará a flotar por el aire, no podía ver como se alejaría de su hogar, de su familia y de todas las personas que amaba y que aún así, la habían traicionado.

El chico sintió lo tensa que estaba la chica y tomó su mano, notó como esta hizo una mueca, dio un beso en los nudillos y miró a la chica con los ojos cerrados mientras despegaba el avión.

-Todo estará bien, dulce Caroline.- dijo en su oído y notó como esta se alejó un poco, aún así, él sonrió, al fin tenía a su amada morocha, después de tanto tiempo estaría con ella y no dejaría que nada la apartara de su lado, por fin podría amarla como él quería, se dedicaría a hacerla feliz hasta el último de sus momentos de vida.

...

Agustín estaba preocupado, ayer cuando había ido a buscar a la morocha a su casa, no había estado ahí, no tenía idea de dónde podía estar. La había ido a buscar a cada una de las casas de sus amigos y en ninguna estaba.

En la noche, apenas si había podido dormir por lo preocupado que estaba por la morocha, se sentía impotente y las ganas de llorar lo invadían más de una vez.

Se había levantado temprano para buscar a la morocha pero nada, no había ningún rastro de ella. Recordaba haber despertado con la ilusión de que Carolina estuviera durmiendo a un lado de él, pero no, ese lado de la cama estaba vacía, tanto como su alma.

Tenía rato que le marcaba a la morocha, no había dejado de hacerlo desde el día anterior que se había enterado que serían papás y que ella no estaba en ningún lado, y todo el tiempo lo mandaba al buzón de voz.

Sentía como la historia se repetía, era como si Carolina estuviera otra vez en coma, no sabía nada de ella, no podía escuchar su hermosa voz. 

Sabía que era un completo imbécil, no sólo había alejado a la mujer que amaba sino que también a su hijo. No se perdonaría si Carolina se alejara por completo de él con su hijo, no lo conocería y eso no lo podía permitir, tenía que encontrar a Carolina, necesitaba hablar con ella y hacer que lo perdonara, que no lo apartara de su vida y de la de su hijo.

Una vez que había caído en desesperación y que sentía que en cualquier momento perdería la cordura, decidió salir de su tormentoso departamento, no podía seguir sin hacer nada. Fue directo a la casa Kopelioff, esperando que esta vez su linda morocha estuviera ahí.

-Agus, ¿qué te trae por aquí?- preguntó amablemente Patricia.

-Estoy buscando a Caro.- dijo serio y la señora se tenso, le indicó que entrará y este hizo lo que le dijo.

Te necesito (Aguslina) (TE #1) [TERMINADA]Where stories live. Discover now