46.

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Agustín seguía parado a mitad de la calle, la lluvia caía por su cara, resbalando por su pecho y finalizando por sus piernas y pies. Hacia un rato que no sabía si el agua que llegaba a tragar se trataba de la tupida lluvia que lo tenía más que empapado o de las lágrimas que no podía parar de expulsar al momento en que Carolina se había marchado.

Quería ir detrás de ella pero sus pies parecían estar pegados al piso y ahora ya era tarde, la morocha seguro ya se había apartado lo suficiente de él.  Sentía que su vida se estaba por acabar, creía que el momento en que dejará de llorar, sería cuando su corazón dejará de bombear.

Se odiaba, trataba de excusarse para no sentirse tan culpable, pero no podía. Odiaba haberle ocultado toda la verdad a Carolina, odiaba haberle estado mintiendo todo ese tiempo haciendo que creyera que vivía en una mentira, odiaba no haber hecho bien las cosas desde un principio, odiaba haberla lastimado antes, negando lo que sentía por ella, odiaba nunca haber tenido el placer de llamarla novia y que eso fuera cierto, odiaba haber fingido ser su novio cuando lo pudo ser en realidad, odiaba haber dejado que Fernanda lo besará y él no haber hecho nada. Odiaba haberle roto el corazón una vez más a Carolina, odiaba que ella dudará y no creyera en el amor que sentía por ella, odiaba que ella haya decidido sacarlo de su vida, y ante todo se odiaba a él mismo.

No regresó con sus amigos, no quería ver a nadie que no fuera Carolina Kopelioff, así que iba caminando por las calles de Buenos Aires, iría directo a su departamento, llevaba la vaga ilusión de que la morocha estuviera allí preparando la cena, deseaba que lo que ocurría fuera sólo una pesadilla y que Carolina lo despertaría de ese tormento con un beso.

Cuando llegó a su departamento y vio lo que había frente a él, sintió su corazón romperse aún más; había una mesa con rosas encima, y una vela en medio de está. Suspiró y dejó las llaves encima de la mesa, fue hacia la cocina, y le llegó un exquisito olor, cuando llegó, esta estaba vacía, en el horno sólo había un pastel de carne y sobre la estufa en una olla, algo que logró reconocer como crema de nuez, se quería golpear a él mismo. Mientras él estaba embriagándose, Carolina le preparaba una deliciosa cena. Apagó las luces y las velas, fue directo a la habitación, era alumbrada por la luz de la luna que entraba por las cortinas.

Se acercó al pequeño tocador de la morocha y sintió un vuelco en su corazón cuando se percató de que faltaban unas cosas sobre este, reprimió las lágrimas que amenazaban con salir, se dio la vuelta y notó entreabierta una puerta del armario, caminó hacia este, y con miedo de que lo que pensaba que estaba pasando fuera realidad, lo abrió por completo y no pudo evitar llorar. Carolina se había llevado varias cosas de ella, había muy poca ropa de ella ahí. Tocó las pocas prendas que habían colgadas y sintió como sus ojos se humedecían aún más, tomó un vestido blanco que estaba colgado, lo descolgó y con el entre las manos se acostó en la cama, lo llevó a su cara y respiró el aroma que este tenía, era el peculiar y exquisito olor de Carolina. Dejó que las lágrimas cayeran, apretaba fuerte esa fina tela contra su pecho, quería que el dolor terminará, quería tener a Carolina a un lado de él. 

Giró un poco su cabeza al lado de la cama en el que dormía Carolina, tomó la almohada sobre la que ella dormía y se recostó sobre ella, no pudo evitar ver la pequeña mesita de noche, sobre esta ya no había el particular cuaderno que dejaba Carolina después de escribir algo en el todas las noches, se acercó un poco al notar un pequeño papel debajo de un portarretrato con una foto de los dos. Ya no estaban las pequeñas figuras de porcelana que había dejado la chica sobre este.

Tomó el papel y leyó las frías palabras que estaban escritas en el; "En la semana estaré viniendo por el resto de mis cosas"   -Carolina.

Suspiró y se levantó para ir directo al baño, necesitaba lavar su cara, iría a buscar a Carolina, no se podía resignar a perderla. Cuando entró al baño y lavó su cara tres veces logrando que sus ojos dejarán de verse tan hinchados de haber estado llorando, tomó la toalla blanca y al estar por dejarla en su lugar, notó algo raro dentro del cesto de basura.

Te necesito (Aguslina) (TE #1) [TERMINADA]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang