Capítulo treinta y ocho

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**Tonks**

—¿Qué te pasa?—. Le pregunté alarmada.

Color del cuarto de al lado de nuestra habitación perteneciente a tú sabes quién—. Fruncí el ceño y suspiré fuertemente.

Color Morado rosado y tiene pequeños lobos pintados por quien tu sabes—. Remus suspiró y soltó a Ron.

—Alguien nos traicionó ¿Estás bien?—. Me abrazó y yo respondí.

Sí, Ron estuvo genial, de no ser por él, ya estaría m...—.

—Ya—. Cuando me soltó observé a Hermione abrazando a Ron.

—¿En verdad?—. Preguntó ella.

—Siempre en tono de sorpresa—. Murmuró él. Harry se acercó y los tres se abrazaron. Enseguida llegó Arthur con Fred. Kingsley se encargó de asegurarse que era él, entonces miré dentro, Molly estaba con George quien escurría sangre de una oreja, abrí los ojos y me metí a la casa. Al chico le faltaba una oreja, me cubrí la boca mientras Fred y Arthur se arrodillaban ante él. Miré a Ginny quien me hizo una seña de que me calmara.

—Está bien—. Dijo Remus. Luego llegó Bill con Fleur quienes se centraron en George.

—Ojocoloco murió—. Nos dijo Bill y tomé fuerte mano de Remus, él me miró y abrazó. —Mundungs vio a Voldemort y se asustó, lo dejó solo y luego Fleur y yo lo perdimos de vista—.Todos suspiramos mientras Harry se sentaba en un escalón de las escaleras. Ginny le sonrió y él evitó mirarla. Hermione y ella comenzaron sacar tazas y servir té.

Nosotros nos tenemos que ir, debemos ver a mi madre, debe estar preocupada—. Dije y todos nos asintieron.

—Vayan por Red Flu, ya deben estar cansados—. Molly nos dio un pequeño puño, entré en la chimenea y aparecí en la de mis padres detrás apareció Remus.

—¿Qué sucedió? ¿Están bien?—. Mi madre lucía pálida y se apretaba las manos.

—Nos estaban esperando, no pudimos llegar a tiempo—. Le dijo Remus y yo corrí a ver a mi hija quien estaba en una esquina sujetándose las rodillas y llorando.

—Li-li, estamos bien, aquí estamos—. Ella corrió y me abrazó.

**Remus**

Abrí la puerta y vi a mis dos mujeres abrazadas, la pequeña lloraba desconsoladamente y al verme abrió los ojos como sin creerlo. Se levantó soltando a su madre y corrió hacia mí, la cargué y ella lloró en mi saco.

—Prometiste que volverías—.

—Los mortífagos lo impidieron, Liana estamos bien—. La miré a los ojos y ella me besó la mejilla.—Anda vamos, ¿Tienes hambre?—. Me asintió limpiándose las lágrimas. —Vamos a cenar entonces—. Dora tenía cara triste, le extendí la mano y me la tomó. Andrómeda ya no tenía cara preocupada.

—¿Quieren cenar?—.

—Siéntense, nosotros hacemos algo—. Dora y yo nos metimos a la cocina mientras ellas escuchaban la radio.

Necesitamos tranquilizarla, nosotros diario corremos peligro y ella se pondrá mal si nos llega a pasar algo—.

—Sí, no puede derrumbarse—. Nosotros preparamos algo rápido y lo servimos.

Luna Llena Color Rosa Chicle (Remus & Tonks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora