Capítulo veintisiete

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[Tonks]

—Liana quédate quieta—. Le ordenaba mientras ella se retorcía de risa y yo le acomodaba la gabardina negra.

Hoy será el gran día... yo lo sé, ustedes dos quedarán juntos—.

—Ya basta, no te hagas ilusiones—. Le hice cosquillas y ella me besó la mejilla.— Anda vamos—. Parecía que habíamos puesto entusiasmo en arreglarnos, sobre todo yo, mi cabello lucía un poco más animado.

Liana y yo salimos de la cabaña tomadas de la mano y caminamos hasta la casa de los gritos.

—Tonks... no quiero entrar allí—.

—¿Por qué no?—.

—Es la casa de los gritos—.

—¿Cómo lo sabes?—.

—Lo leí en uno de tus libros—.

Escúchame... esa casa no tiene nada de embrujada... todo es un cuento para asustar a los niños, confía en mí, no te ocurrirá nada ¿De acuerdo?—.Ella me asintió y luego, atravesamos la nieve hasta llegar a la casa, abrí la puerta y vi que todo estaba bien alumbrado y había una mesa para dos con velas y platos. La niña y yo reímos bajito. Enseguida entró Remus.

—Hola chicas—. Saludó.

Hola Rem—. Liana corrió y lo abrazó.

—¿Cómo están?—.

—Todo bien—. Le dije y lo abracé. —Felicidades por tu nuevo empleo—.

—Gracias—. Ambos miramos la mesa.

—Bueno... ¿Nos... nos sentamos?—. Pregunté.

—Claro... sí—. Miramos la mesa solo con dos mesas. —Voto por comer en el piso—. Dijo él.

—Sí, yo igual—. Exclamó Liana. ¡Rayos! ¿Lo había arruinado al llevar a Liana? Bueno, al final de cuentas era nuestra hija.

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[Remus]

¿Por qué diantres sólo había puesto dos sillas si iba a llevar a Liana? Ni idea, pero allí estaba yo, con las manos sudorosas y los nervios de punta, aunque luego de ver a nuestra hija, supe que esto no iba a dar paso a algo más, cosa que por supuesto me agradó.

—Oigan chicas... gracias por esto—. Les dije y ambas fruncieron el ceño, así que mejor guardé silencio.

—¿Y qué tal el trabajo?—. Me preguntó Tonks.

Bien, todo bien, al menos ya puedo invitarlas a comer o un helado—.

Lo importante es que tienes trabajo... ¿Por qué no tenías?—. Preguntó Liana.

—Bueno yo... es una larga historia Li-li—. Le dije.

—¿No crees que deberías contarme?—.

—No creo... no tenemos tiempo—.

¿Es la misma razón por la que no estas con Tonks?—. Me preguntó y ambos nos miramos.

—¿Qué?—.

—¡Liana!—. Dijo Tonks.

—¡Ay por favor! Oigan, ustedes dos se mueren por estar juntos—.

—¡Liana!—. Gritamos los dos, esta vez.

Es cierto... y no sólo ustedes necesitan estar juntos... yo, yo los necesito juntos... necesito a mis padres juntos—. Nos dijo ella.

Luna Llena Color Rosa Chicle (Remus & Tonks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora