☣ Capítulo 8 ☣

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La misión de cada uno de nosotros era que, al graduarnos, debíamos salir a las distintas ciudades de todo el mundo para buscar chicos solos, moribundos, a punto de dar su último suspiro y salvarlos para traerlos frente al dios. Anubis requiere de soldados para una guerra, que, según él, llegará pronto. Eso somos nosotros, soldados de su gran ejército. Esta es la razón por la que mis amigos y yo somos tan diferentes de cultura, cada uno había nacido en un país distinto y ahora estábamos reunidos para completar los designios del dios.

Por supuesto había muchos más como nosotros. El Alfa, quien era el hombre al que Anubis más confianza tenia, nos dividía entre las diferentes regiones del mundo y allí podríamos permanecer años buscando a nuevos chicos dispuestos a luchar. Siempre lo había sabido, sabía que debería irme quizá muy lejos, ¿pero realmente eso era lo que yo quería?

–Sí, mi señor. Resistiré lo que queda de este año y los dos que me faltan y finalmente iré a cumplir con su deseo. –me incliné para mostrar mi respeto. Sabía que Anubis no solía entrar en mi mente muy seguido, solamente lo hacía cuando estaba muy interesado en un tema en particular y por suerte, los nervios que demostré en un principio parecieron dejar de presentarse.

–El ejército cada vez es más grande y aumentará en unos meses cuando Rodrigo se vaya a España. Me gusta la idea. –tragué saliva con desaliento. Es verdad, Rodrigo se iría pronto y no lo vería en lo que para mí sería mucho tiempo.

–Sí, España me parece un buen lugar teniendo en cuenta que él solamente habla inglés y español. –

–Cuando él se vaya, ¿deseas tomar su lugar? –me preguntó la voz que nunca tenía forma. Al menos no cuando se presentaba en este cuarto. Era solamente una presencia a mi alrededor.

–No podría, Rodrigo es el más antiguo de nosotros, será imposible reemplazarlo. –

–Supongo que tienes razón. En ese caso al menos deberías considerar la idea de transformarte. Ya es hora, Seth. –mi cuerpo se heló. Allí estaba de nuevo esa charla.

Anubis quería que yo me transformara en un lobo.

No quería, no podía hacerlo. ¡No todavía!

No me molestaba la idea de ir alrededor del mundo buscando soldados para su ejército. No tenía inconveniente con ello. Pero saber que mi vida ya le pertenecía por completo a él¸ bien, ese era otro asunto.

–No he pensado sobre eso señor. –respondí lo más cortés posible. Hubo un largo silencio que se me hizo mortificante, finalmente Anubis habló.

–Bien, debes pensarlo bien. Quien se entrega a mí debe hacerlo con su alma. Debe estar dispuesto a morir en mi nombre. –

–Lo sé. –contesté con un hilo de voz.

–Entonces vete ahora. Quería saber si habías tomado una decisión. Espero impaciente por tu respuesta. –la imagen comenzó a difuminarse. La reunión había terminado.

Al abrir los ojos me encontré con la mueca de disgusto de Adam y Rodrigo. Ambos se estaban poniendo un par de pantalones cada uno pues al transformarse su ropa se hacía añicos. A su espalda estaban Leo, Derek, Brian y Evan transformados en cuatro lobos de distintas tonalidades que variaban del castaño claro hasta un rojizo extraño.

–Por fin despiertas. Casi nos da un paro cardíaco cuando te vimos desmayado. Dime por favor que Anubis no sabe nada. –suplicó Rodrigo con nerviosismo. Negué con la cabeza.

–No, ni siquiera buscó algo en mi mente. Quería saber si había tomado una decisión sobre cuando convertirme. –todos parecieron aliviarse. Al menos eso supuse porque era difícil ver las expresiones de los que estaban convertidos en lobos. Para mí, ellos sólo tenían dos muestras de sentimientos en sus caras, enojados y súper enojados.

Pecar para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora