—¿Y esto por qué es? —murmura, envolviéndome con sus brazos.

—Por dejarme sola ayer. —Sonrío y me levanto a vestirme. Él prende el televisor y se reacomoda.

—¿A qué hora llegaste? No te sentí.

—Podría caerte un meteorito en la cabeza y no lo notarías —respondo—. Llegué hace un rato.

Al tener ya la ropa puesta, me acerco a mi amigo de nuevo; aún tengo tiempo, el bus pasa dentro de cuarenta minutos y quiero indagar sobre qué pasó ayer con mi amiga. Es él quien empieza la charla, con una sonrisa picarona en el rostro:

—¿Pasó algo con Tobías? —Solo escuchar su nombre hace que evoque su imagen de anoche y se me eleve la sonrisa—. Te acostaste con él —afirma, burlón.

—¿Pasó algo con Totó? —pregunto de vuelta. Se ríe con picardía—. ¿Tendrás algo con ella?

—No —dice—. Es una chica muy amable y besa muy bien, pero... llegamos a la conclusión de que no congeniamos.

—¿Por qué?

—No lo sé, simplemente somos diferentes, creo que podemos ser amigos.

—Oh, está bien, supongo. —Me encojo de hombros.

Eso es algo decepcionante, pero en realidad viven muy lejos y son muy parecidos de personalidad en algunos aspectos... quizás solo los opuestos se atraen.

—Así que no negaste el haber estado con Tobías —dice tras una pausa—. Dame detalles, Mer, no me esforcé en juntarlos para que no me cuenten nada.

—No te daré detalles —respondo y me levanto para tomar mi mochila—. Sólo te diré que hoy terminaré mi... lo que sea que tengo con Luka. —Sonríe ampliamente y salgo de la habitación.

Recuerdo cuando hace unas semanas Totó me decía que llegaría el chico que me hiciera suspirar por pensar en su sonrisa y yo me negué totalmente; pero ahora... ese rostro con cabello negro y esos labios que me acariciaron anoche de la manera más linda, me hacen soltar suspiros incontrolables cada cero coma dos segundos.

Al salir de casa y estar en la acera, me encuentro con Tobías —que al parecer estaba esperando a que yo saliera— y mi corazón empieza a latir fuerte. Dios, el efecto Tobías en mí es increíble.

—Hola, Lucy —saluda y se acerca, me toma por la cintura con suavidad y deja un suave beso en mis labios—. Estás muy bonita hoy.

—Gracias, tuve una noche maravillosa, eso me hace levantar de buen humor.

Sonríe algo cohibido y luego pasa su brazo por mi hombro; empezamos a caminar hacia mi paradero en silencio, mi brazo reposa en su cintura y mi otra mano se entrelaza con la suya.

—Cuando dijiste que necesitabas tiempo...

—Posiblemente solo hoy —interrumpo sonriente—. Te avisaré.

—Me parece bien.

Al llegar al paradero nos detenemos y me muevo de su lado para quedar ahora frente a él. De forma espontánea estiro el cuello y rozo su nariz con la mía en un gesto que habría detestado un par de meses atrás. Aspiro su aroma y cierro los ojos.

—Me encanta tu aroma.

—Y eso que uso perfume del económico —presume, sacándome una risa—. Debe ser porque me baño a diario.

—El hombre ideal —ironizo.

Veo a lo lejos que viene mi bus y reconsidero por un segundo la idea de no ir a estudiar y encerrarme con Tobías, pero llego a la conclusión de que no es buena idea, así que dejo un profundo beso en sus labios que termina justo cuando el bus se detiene frente a mí.

Dulce venganza  •TERMINADA•Där berättelser lever. Upptäck nu