Capítulo 5

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Como toda chica después de salir del salón, me siento la más hermosa del puto mundo; camino por el centro comercial ondeando mi cabello sintiéndome la reina

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Como toda chica después de salir del salón, me siento la más hermosa del puto mundo; camino por el centro comercial ondeando mi cabello sintiéndome la reina. Al salir, Luka y sus amigos ya no estaban allí, lo que nos alegró porque de lo contrario implicaría, como parte del plan, que nos separásemos.

—El rojo definitivamente es tu color —halaga mi amiga.

—Lo sé, estoy irresistible.

—Y modesta también, Lucy. —Ríe y me despeina con su mano.

—No me toques, hoy soy hermosa —replico—, pero mañana el cabello me amanecerá como una esponja como siempre y la magia se irá. Déjame gozarlo hoy y sufre de envidia.

Aunque de envidia no debe sufrir; su cabello es hermoso, de un negro azabache y lacio a no poder más, combinando con sus ojos azules. En general es muy hermosa, pero su falta de confianza le impide ver esa belleza. Ya aprenderá.

Tenemos cuatro días para hablar del plan; debe salir bien y además después de poner un pie en Crismain, no podemos ser amigas, al menos por un tiempo y en público. El segundo paso es la ropa; yo no tengo nada que sea de alguien retraído. No me visto como modelo, pero mis blusas son coloridas, mis pantalones ajustados y las faldas cortas, siempre las uso con medias, pero siguen siendo faldas que alguien introvertido pasaría de largo en la medida de lo posible.

—Yo tengo varias blusas anchas nada sexys —ofrece Totó—. Ya no las uso, pero están en varias cajas en el ático.

—Perfecto.

Vamos a su casa a mirar el inventario. Saludo a su mamá —a quien ya conocía de algunas de las veces en que nos vimos por video— y me halaga por mi nuevo look. Subimos al tercer piso y Totó saca una escalera del techo, trepamos la dudosa estructura y llegamos al polvoriento y estrecho ático.

—No suben muy seguido, ¿verdad? —pregunto, después del cuarto estornudo.

—No desde hace un par de años —admite en medio de una risita—. Venimos a veces, pero solo a subir más trastos—. Suspira y su voz se torna monótona cuando cambia el tema—. Vinimos a ver ropa, sé que está por acá... Después de lo que pasó con Luka, mi autoestima se fue por el drenaje y cada vez que me miraba al espejo veía a la gente burlándose de mí; así que le insistí a mi mamá hasta que me compró un par de prendas grandísimas y feas con la esperanza de que no me mirasen tanto por los pasillos.

—No tienes que hablar de ello si no quieres. —Tomo su mano y le sonrío. Ella me devuelve la sonrisa y me suelta para seguir toqueteando cajas y ojeando adentro para hallar la que busca—. Esa del pasado no es la tú que eres hoy, así que hay que dejarla atrás.

—Está bien, creo que ya no me duele hablar al respecto —asegura—. Harás todo esto por mí e indirectamente por muchas más que cayeron en su juego, así que considero justo que sepas que no lo haces en vano.

Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora