Capítulo 19

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Algo —Esmeralda— me dice que estoy bajando los muros con Tobías y eso es algo que no puede pasar; uno, porque estoy saliendo con Luka y dos

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Algo —Esmeralda— me dice que estoy bajando los muros con Tobías y eso es algo que no puede pasar; uno, porque estoy saliendo con Luka y dos... solo porque no y punto.

Deambulo por un pasillo tratando de dar con el baño que me indicó una señora cuando le pregunté y finalmente lo hallo. La casa es muy bonita y grande, bien podría perderme. Antes de salir del servicio, me miro en el espejo y sonrío al ver mi cabello atado de manera torpe. ¿Qué chico hace eso? Me arreglo un poco el desastre rojo y salgo a buscar la fiesta de nuevo.

Estando en la puerta que da al patio trasero una mano se posa en mi hombro, giro para mirar al autor del contacto y me encuentro con un chico de muy buen aspecto, atractivo. Algo me dice que ya lo vi antes, pero mi cerebro no lo ubica; soy mala con los rostros, ese siempre ha sido mi defecto. Sin embargo, el reconocimiento se dibuja en su rostro y como buena chica olvidadiza, sonrío con familiaridad mientras Roberta busca en los archivos su nombre. ¡Vamos! ¿Dónde lo vimos?

—Luciana —saluda con entusiasmo y me da un beso en la mejilla. Rápido, ¿quién es?—. ¿Qué haces acá? No esperaba encontrarte.

Sonríe y disimula, Luciana.

Asiento sin quitar la sonrisa y respondo despreocupadamente.

—Vine a la boda. —Suena más a pregunta—. ¿Cómo estás...? —Dios, esto es incómodo.

—Bien, gracias —exclama sonriente—. La novia es familiar de una bisabuela o algo así, no la conozco, pero mamá me obligó a venir.

El chico guapo me sonríe y sigo sin saber quién es. Entonces parece que mi expresión le confiesa mi desentendimiento.

—No sabes quién soy, ¿verdad? —No lo dice a modo de reproche, pero hago una mueca de disculpa y me encojo de hombros—. Ayer. En el parque, te tomaste una foto conmigo.

—¡Zac! —Casi grito, él se ríe—. Lo lamento, soy mala con los rostros.

—Descuida —responde—. Tanya no me dijo de qué iba lo de ayer, solo me dijo que debía coquetear y no dije que sí hasta que te vi... Creo que a ese chico casi le sale humo de la nariz por la ira. —Reímos al recordar.

—Es cierto, gracias. En realidad, ayudaste mucho.

—¿Puedo preguntar?

—Mejor no. —Desvío la mirada hacia donde está la mesa en la que me senté con Tobías y hay una chica de cabello negro azulado de espaldas. Tiene sus piernas cruzadas y juega con un mechón de su cabello. Tobías está claramente incómodo y asumo que es la loca por la cual me trajo—. Debo irme, adiós.

Sin quitar la vista de la mesa ni esperar respuesta camino hacia allí, Tobías al verme suspira sutilmente y antes de llegar, me detengo a un palmo de la espalda de la chica a escuchar lo que dice.

—Podríamos ir a algún lado en la tarde —propone.

Ya te dije que tengo novia, Mary —aclara Tobías y me mira pidiendo ayuda. Le hago un gesto de que espere, quiero saber qué más dice.

Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora