—Solo quiero salir con algunos amigos. —No puedo mirarla a los ojos, yo debería contarle todo, pero me da tanta vergüenza. Me siento mal ocultándole las cosas—. Le dije a Ramón que viniera, y a un vecino y a una amiga suya. Nada formal.

Parece considerar el plan con calma y con algo de incredulidad. No la culpo, estoy nerviosa y creo que se me nota, en especial porque nunca lo estoy. Entrecierra sus ojos y me fulmina con la mirada, desvío la mía cobardemente.

—De acuerdo, Pinky —accede y suspiro—. Me avisas a qué hora.

—Sí, le diré a Tobías, mi vecino.

Creo que algo sospecha. Aun así, no le diré. ¿Qué clase de amiga soy? Una no tan buena al parecer, pero no es momento aún. Debo intentar asimilar mis emociones conmigo misma primero, ya luego veré opiniones ajenas.

Al llegar a mi casa encuentro a Mike y a Will en la sala jugando Mario Bross, tantos juegos en el mundo y juegan ese vejestorio. Como estoy enojada con mi amigo, paso de largo sin saludar, pero doy un portazo para que sepa que llegué. ¿Infantil? Pues sí.

Justo al cerrar la puerta y voltear la vista, veo a Tobías en la ventana. Emito un grito agudo por el susto y llevo mis manos al pecho mientras intento que el corazón se me quede en el pecho.

—¡Me asustaste!

—No era mi intención, lo juro —murmura, aunque reprime una sonrisa—. ¿Un mal día?

—No.

—¿Y el portazo?

—Es mi estilo de cerrar las puertas.

Dios, hasta esa mentira tan mínima nos salió mal, Roberta. ¿Qué sucede contigo?

Es que... mírale esos ojos.

Roberta, calla a Esmeralda.

—¿Qué necesitas? —exclamo con indiferencia dejando mi mochila en la cama.

—Venía a preguntarte a qué hora quedamos mañana. —Estando de espaldas a él, aprieto los párpados y suspiro.

—¿A las seis está bien? —propongo sin girarme aún—. Tengo entendido que tres funciones distintas empiezan a las seis y media.

—Perfecto —accede sonriente—. ¿Nos vemos allá con tu novio o te vas con él y te veo allá?

Al preguntar si iba con mi novio un pinchazo de dolor me da en el estómago por la naturalidad con la que lo dijo. Lo más probable es que su gusto por mí haya sido fugaz y ya haya pasado; y si bien eso era lo que yo quería, no puedo evitar el resquicio de molestia que me deja aun sabiendo que yo lo ocasioné todo. No altero mi expresión en ningún momento y le dedico una sonrisa.

—No es mi novio —corrijo—, y no iré con él. Invité a otro amigo y a mi mejor amiga. Dijiste que era una cita grupal.

—De acuerdo entonces.

—Y de la pregunta, nos vemos allá. Llegaré con mi amiga y con Ramón, los veremos a ustedes allá.

—De acuerdo, adiós entonces.

Lo veo alejarse sin inmutar su sonrisa ni un poco, no es que espere que sufra por mi causa, pero se siente feo saber que ya le vale cinco. ¿Bipolaridad? No. Sólo soy una adolescente normal.

 Sólo soy una adolescente normal

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Dulce venganza  •TERMINADA•Where stories live. Discover now