Cuando Lauren Jauregui tenía veinte años creía tener una vida perfecta, vida que cualquier persona podría envidiar, chica de estándares altos pues sus padres tenían buena posición económica, Clara y Michael Jauregui se encargaban de tenerla como a una princesa misma; chica popular, la chica mejor nota, atlética por gusto, un novio espectacular, novio por el cual más de una la envidiaba. Un poco más de dos años y medio después su vida había dado un cambio radical, se convirtió en mamá soltera cuando su perfecto novio no quiso tener nada que ver con el bebé en camino.
"Seguramente no es mío"
Fue lo que dijo su ahora ex y desaparecido novio perfecto.
El pequeño Alex Jauregui casi una copia física de Lauren, ahora con casi dos años era absolutamente la única prioridad de Lauren Jauregui, le había enseñado a madurar, a ver la vida de diferente manera y lo que una vez creyó era sumamente importante ahora lo veía como una tontería pues ahora sabía que las cosas materiales eran reemplazables, la vida y el amor de su hijo, no.
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Cuando los padres de Lauren se enteraron de su embarazo le dieron la espalda sin importarles dejarla en la calle, sin importarles dejar a una joven mujer con un hijo en camino sin un techo donde dormir o siquiera qué comer. Lauren habría quedado completamente desamparada en el mundo de no haber sido por su mejor amiga, Verónica Iglesias, le había brindado un espacio donde dormir, sin siquiera cobrarle un sólo centavo, sin embargo, Lauren había conseguido un empleo de medio tiempo antes de que su barriga se notara, el dinero que había ganado junto a algunos ahorros que había conseguido antes de ser desterrada de la casa y vida de los Jauregui's pudo sobrevivir al parto y los primeros meses de vida del pequeño Alex.
Ahora un tiempo después se había establecido en un empleo que si bien la mataba le pagaba las facturas y lo que ella, y Alex necesitaran. No era cómo si Verónica le cobrase por vivir con ella pero Lauren no se sentía cómo ni feliz sin aportar nada, aquel había sido el trato, ella pagaría la mitad de las facturas y la despensa semanal.
Odiaba su trabajo.
Era empleada de una tienda departamental, hacía ameno que fuera en el área de música pero, su jefe era un total idiota, un total acosador, sus compañeros lo eran también, bueno, la mayoría de ellos. El tiempo era una tortura, a veces le daban trabajo de más de doce horas pero ella no podía quejarse, no aunque quisiera.
Había soportado todo y mucho, pero aquel día no, no cuando un "Cliente" había sido grosero y había querido sobrepasarse con ella, no cuando su jefe la quiso obligar a ser agradable con el horrible hombre, no cuando la tienda misma exigió que se disculpara con el desagradable hombre.
Lástima que había explotado y se había quedado sin empleo justo cuando el cumpleaños de su hijo estaba a la vuelta de la esquina.
Sin ningún animo, sintiéndose agobiada y derrotada llegó al departamento que compartía con Verónica, quería llamarlo así porque a veces sentía que prácticamente vivía a costillas de la latina.
