—Deja me arreglo y salimos a dar una vuelta —propongo—. Un helado para contar las penas como en los viejos tiempos.

Aunque antes era yo la oyente. Mike ha tenido un sin número de... diré "citas" que no resultan bien a pesar de que siempre va con su buena actitud, así que usualmente soy yo la que escucha cómo se pregunta por qué salen mal sus amores.

—Claro... —Calla y como si se le cruzara una idea, dice con detenimiento—: Oye, ya no tienes el pelo a lo Pinky. Ahora eres, ¿Ariel?

—¿Como el jabón?

—Como la sirena, pendeja.

—No me gusta ese pez —objeto—. ¿No hay otra?

—¿Mérida?

—¿Es otro pez?

—Es la valiente. —Resopla con impaciencia—. La que no quiere enamorarse, la rebelde, la que pelea por su propia mano para no depender de un matrimonio.

Sonrío al recordar quién es.

—Esa me gusta.

—Bien, Mérida, entonces apúrate. —Me da una patada en el trasero cuando me encamino a la ducha. Lo miro con recelo y se hace el desentendido.

Amo a este chico.

—Así que tuviste sexo en un arroyo

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—Así que tuviste sexo en un arroyo. —Mike levanta las cejas y sonríe burlón—. Eso entra en la lista de los lugares más raros.

—¡Mike! —regaño—. ¿Fue lo único que escuchaste de todo lo que dije?

Le conté todo lo que hacía falta y el imbécil solo nota esa parte. Hombre tenía que ser. Estamos en el centro comercial, ya estamos acabando nuestro helado y vamos caminando por los pasillos.

—Sí, solo eso, lo demás es aburrido. —Calma su risa y bota su vasito desocupado en la basura—. Disculpa que te pregunte, Mer, pero ¿qué tiene de malo querer a tu vecino?

Suspiro y agacho la cabeza.

—Tú me conoces, Mike —murmuro y boto también mi vasito, me engancho a su brazo—, y si lo conocieras a él entenderías el por qué. Él merece más, Mike. Yo no...

—Deja de subestimarte, Mer. Él se fijó en ti siendo como eres, ¿por qué no lo aceptas?

—Porque estoy con Luka —respondo—. Debo acabar esto primero y a la vez, esto me hace mala persona. No le puedo pedir a mi vecino que me espere.

—Pero él se ofreció a esperarte.

—Sí, Mike, pero ¿no te parece injusto que él me espere mientras sabe que me acuesto con otro? —Calla por unos minutos.

—De acuerdo, eso no es justo —accede—. Así que ¿solo te alejarás? —Asiento—. Te haré otra pregunta.

—Está bien.

Dulce venganza  •TERMINADA•Where stories live. Discover now