Sólo fue un accidente, estaba distraída, solo eso. Qué importa. No nos vamos a enamorar del vecino, Roberta. Ni de él ni de nadie. Tobías merece a alguien mejor y Luka no merece nada.

Ahora, si nos ponemos realistas, no he dejado de pensar en nuestro momento de ayer. Hoy con Luka no hicimos nada así que no he podido canalizar esos pensamientos. Nunca pensé que un chico como Tobías me atraería tanto, es decir, creo que si no lo hubiera visto sin camiseta desde el primer día, ni siquiera lo desearía; pero esa imagen más su personalidad tan contrastante han hecho que mi corazón se afloje un poco. Él con su manera de ser ha logrado llegar a donde otros ni siquiera se han acercado.

Cada que llego a mi habitación me repito que debo de pensar en otra cosa y ya, pero no puedo evitar el vistazo hacia su ventana. Y para mi sorpresa, está asomado también; al verme, sonríe y sacude su mano. Hago lo mismo, hace un ademán para que vaya. Muerdo mi labio y niego con la cabeza, pero él insiste. ¿Vamos? ¿Qué es lo peor que puede pasar? Vamos.

Salgo por mi ventana —con algo de dificultad— y camino a la suya, me ayuda a entrar y al dejarme en el suelo se recuesta en su cama.

—Hola —saluda—. Feliz día de San Valentín.

Entonces sonríe ampliamente y noto algo nuevo.

—¡Te quitaron los brackets! —exclamo emocionada. Él se ríe.

—Sí, estoy muy feliz.

—Te ves muy bien. —Me siento a su lado—. Enloquecerás a Mary. —Hace una mueca de terror. Me río.

—No, gracias.

—Dijiste que la invitarías a salir.

—Cuando empezara a enamorarme de ti —aclara. Bajo la mirada, pero él no se inmuta—. Y aún no.

La imagen de Tobías frente a mí mientras lame mi cuello llega a mi mente, obligándome a parpadear y carraspear suavemente.

—¿Qué hiciste hoy? —digo para romper el hielo un poco.

—Una cita esperada con el dentista —responde—, y luego ver películas, luego llegaste tú y acá estás...

—Yo fui al teatro —presumo—. Nunca había ido al teatro.

—Wow, una primera vez tuya —dice con mofa. Lo miro con los ojos achinados—. Ese chico es un afortunado.

—He pasado más primeras veces contigo que con él.

Al escuchar lo que sin querer se me salió, desvío la mirada. Se incorpora y se sienta junto a mí.

—¿En serio? —Pasa un brazo por mi hombro. Suspiro sin mucho humor—. ¿Cuáles?

—Subí a una casa en un árbol —empiezo—. Me colé en una habitación ajena. Me puse un gato en el abdomen. Y... —Me callo al pensar mejor lo que iba a decir.

—¿Y? —apremia.

Deja el orgullo, solo díselo.

Y me interesé en ti —susurro, con la vista en el suelo—, me interesa que no sufras... por eso me alejo de ti. Eso es nuevo también.

—¿No te interesas por todos con los que estás? —Giro a mirarlo con una sonrisa triste. Niego con la cabeza.

—Si fueras como los demás... no te habría detenido en la casita del árbol —murmuro entre avergonzada y sincera—, y te hubiera mandado a volar después de eso... y no estaría yo aquí ahora.

—Sabes que en cualquier momento puedes abandonar todo y yo estaré para ti —susurra y pone mi cabello tras mi oreja, rozando suavemente mi cuello con la yema de sus dedos.

Dulce venganza  •TERMINADA•Where stories live. Discover now