Y eso hace que mi corazón se estruje y salgan unas lágrimas irresponsables.

Al llegar a la casa de los Falkenhorst, me paso por la gigantesca sala de estar; por fin me encuentro con un plato de acero con unas frutas, acompañadas con unos tenedores más brillantes que de costumbre por la corteza de las mismas de quizás las manzanas, decorando el filo.

Ahora que me lo pregunto, una vez que levantan la mesa no dejan ningún alimento en ella, ¿será qué hay alguien?

Cuando reviso las frutas, una pera estaba mordida.

Iba a modular unas palabras hasta que una débil voz en el despacho de Todd, y para mi sorpresa, cantaba para sí:

Como la flor, con tanto amor
Me diste tú, se marchitó
Me marcho hoy, yo sé perder
Pero...

—¡Ayy! Como me duele... —Le sigo a la canción y muevo las caderas como lo haría Selena Quintanilla. Pero mi sonrisa se borra al ver a Maddison Falkenhorst temblando como un animalito asustado. Unos papeles se caen de sus manos y sus ojos se desorbitan al verme. Admito que la señora Falkenhorst tiene una voz dulce, y pequeñita, y si cierro los ojos, me gusta la alusión de observar a Poppy siendo ella en este momento, pero Poppy nunca ha cantado. No bien.

—Junniper, pensé que ya estarías estudiando, o fuera de casa —inquiere la mujer, y al voltearse, se vuelve a mí y se acerca—. Te tatuaste. —Observa mi cuello y mis manos.

—No le diré a Todd que cantabas si tú guardas mi secreto.

No dijo nada, pero sé que aceptó mudamente.

—Cantas bonito —le dije sin querer, sin filtro. Fue en ese momento que en que la analizo febrilmente, y el parecido a Poppy es muy evidente.

—En realidad no.

—Poppy no cantaba como tú. —Ella aplana los labios, quizás analizando si contarme algo que pueda arrepentirse.

—Poppy es igual que su padre. No sacó nada de mí. Ni siquiera le gustaba las frutas.

—Se nota que te gusta las peras.

Parecía sorprendida —No sabes nada sobre mí.

Río un poco —Tu expresión me recordó mucho a Poppy, generalmente se ponía a la defensiva cuando se avergonzaba.

No dijo nada más, sino que recogió sus papeles, se colocó el cabello platicado detrás de la oreja y salió de la habitación. Me quedé sumiso en mis pensamientos cuando escucho que vuelve, con la mano en la puerta de madera.

—Lo siento, Junniper.

Ese día no supe el por qué se había disculpado.

—¡Junniper!

—¿H-Hum...? Cállate.

Después del examen que ya no recuerdo cuál era, lo terminara, me había quedado dormido, porque la verdad no había pegado ojo desde lo de Mistie —que fue ayer, si no me equivoco—.

Junniper  [Completado] [Editando]Where stories live. Discover now