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La historia no consiste en estar ausente, sino en volverse ausente; en ser alguien y después desaparecer dejando un rastro. El resto son sólo anotaciones en los libros.
—Daniel Estulin

——

—¿Junniper? —pregunto tocando grácilmente la puerta. Ya es veintiséis de diciembre y aún Dylan estaba aquí.

Ya eran las seis en punto de la tarde y Junniper no salía de la cama. Dylan se fue hace unos momentos a hacer quién sabe qué.

—¿No puedo tener un momento de paz? —Arrugué la nariz con inverosimilitud. Por Dios ¿Qué le estaba sucediendo a Junniper? No me puede hablar de esa manera.

¿Por qué no puedo reprenderle y molestarme como siempre? Por alguna razón... Mi corazón se prorrateó en mi núcleo, era muy extraño cuando sucedía, me siento... Herida. Como si se hubiera formado una fístula por producto de un flechazo de una narcosis; un desangre interno que no existía pero que dolía mucho peor que uno real, porque mi mente me controlaba. Todo por su culpa... Siempre es su culpa.

—Nunca dije que mentiría y que esperaría por siempre —le escuché cantar. Solté un bufido y por consiguiente una sonrisa se perfiló en mis labios; podía escuchar mi alma hundirse en mis lágrimas imaginarias, en el dolor gigante que crecía en mi alma.

Mi garganta se ahogaba en un nódulo, pero no podía abandonarme en lo que era yo, así que soltando una carcajada áspera que aligeró mi espíritu y me dije:

Dos pueden jugar este juego.

Bueno... En realidad no, no sé cantar.

Golpeo mi cabeza en la puerta por mi poca capacidad y dotes que poseo. Puta hada de las caries, bueno... Es el sobrenombre de Junniper cuando lo regaño.

Pero, si iba a decirme indirectas con letricas de canciones, pues yo iba a hacer lo mismo.

—Pero dijo que había estado pensando por un largo tiempo, y encontró a alguien nuevo; he estado pensando todo este tiempo.

Nena, nunca pensé que te quedarías, pero esta bien. Espero que él tome tu sucio corazón y te tire.

Antes que te vayas, hay una cosa que deberias saber:

Si no puedes esperar, entonces ahí está la puerta bebé —canté de la peor manera posible; escuché a Junniper gruñir.

—Verga, que mis uñas se claven en tus cuerdas vocales, mujer.

No volteé, pero a pesar de eso podía sentir la sonrisa de Junniper formarse en sus labios; lo conozco tan bien.

—Puedo verte —dijo él. La puerta estaba abierta con Junniper a mis espaldas—. Estaba viendo The big bang theory, lo siento.

Suspiro —Te dije que puedo prestarte mi cuenta de Netflix, tienes toda mi computadora llena de virus por verlo en páginas que consigues por ahí, hada de las caries.

—Se me olvida, pompa de jabón —El contacto de sus labios en mi hombro hace que mi cuerpo se se sienta estuoso. Por Dios Poppy, contrólate—. Por cierto, aquí están tus pastillas anticonceptivas; sabes qué pasa cuando te la dejas de tomar.

Junniper  [Completado] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora