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Escuchar es un esfuerzo, y sólo escuchar no es mérito.
—Ígor Stravinski

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Este día siempre lo recordaré debido que es uno de los días de mi adolescencia más turbulentos, pero en el buen sentido. Si mal no me equivoco, en aquel momento que conocí a Junniper, en este momento pasaron tres años.

Sí, en este momento poseo diecisiete años.

En mi curso coadyuvaba con un grupo de teatro sobre escenas inéditas de Romeo y Julieta. Conseguí el papel de Julieta porque al parecer no soy totalmente inútil plasmado calígines rusas. Exactamente, Dance of the Night de Sergei Prokofiev.

No quedé para ser la Julieta en toda la obra; es sólo una escena muy poco común que intervienen los asistentes a los papeles originales.

Montagues and Capulets —ese es el nombre original de Dance of the Knights—, trata de un ballet o "danza de caballeros" en donde Julieta en el principio colicionaba con una afinidad de personas. En el resto de la misma valsaba con el Conde de París, en un ambiente sombrío que te envían escalofríos en la columna vertebral. Bueno, corrigiendo lo que dije antes, no quise decir que no se utiliza esta pieza; debido a que Romeo y Julieta tiene su respectivo final trágico, no es factible agregarlo porque en el final los amantes se encuentran y terminan danzando en el candecioso son del saxofón. Luego rompe tu corazón con el gran desenlace; el misticismo de toda la pieza.

La construcción del escenario fue una tarea ardua; de hecho, en este momento cayó directo al suelo uno de los reflectores, y yo ladeo la cabeza en desaprobación. Me abrazo a mí misma porque el frío está insoportable.

Al dirigirme a los vestuarios, mi vista viaja hacia la puerta del salón, y unos ojos índigos conectaron con los míos; la miel batallando con el manantial del edén.

—Estás muy linda —me había dicho Junniper. Le sonreí  y nos ovacionamos con un saludo que inventamos ambos cuando estábamos muy aburridos; unas de las versiones era unir nuestro dedo índice, acariciarlo en la piel del pecho, donde se localiza el corazón, y posteriormente él besaba mis nudillos. Esa parte en particular hacía ruborizar levemente. Esta es una costumbre que  Junniper olvidaría a raíz de los años.

Eran las prácticas del vestuario, así que tenía un mi cuello una gorguera en tonos marrones y unas prendas en Damasco en tonos violetas. Las agujetas me molestaban, y las mangas se me soltaban de mis delgados hombros. Tenía el cabello recogido en una coleta, y mis unos mechones sueltos estaban naturalmente ondulados.

Por otro lado, de aquella vez que conocí a Junniper me percaté que él se hacía más visible en mi ambiente y que nunca lo había advertido. Teníamos el mismo horario del almuerzo y —en aquel momento—, nos tocaba francés juntos; nuestra amistad surgió casi naturalmente. Aunque no tenemos muchas cosas en común, nos llevábamos bien.

La profesora de teatro le pidió a Junniper que realizara unos de los papeles principales —se negó—, así que Zack fue el protagonista. No fue Luis porque rechazó la oferta y el rubio era siguiente. Pero aún así Junniper accedió a ser el asistente del papel principal pero con la condición de que su audición fuese privada; pero dudaba que se presentara al final.

Estaba charlando con Junniper. Los gemelos y Luis iban de camino a la entrada, pero se detuvieron cuando nos notaron juntos; intercambiaron miradas, para luego soltar una risa burlona. Se sobresaltaron y se encaminaron lejos de nosotros una vez que escucharon el grito de la profesora que ayudaran a recoger los fragmentos del reflector. Tragué saliva. En momento que observé a Junniper, él los seguía con la mirada.

Junniper  [Completado] [Editando]Where stories live. Discover now