Luka no me ha dicho a donde vamos a ir o qué vamos a hacer. Ha pasado escasamente un mes desde que nos conocimos y, si soy honesta, esperaba haber tenido sexo con él antes, ya veremos qué pasa.

Para variar un poco de la rutina, me quedaré hoy en casa de Totó a dormir, es viernes y mañana no hay clase. Eso y que estando acá no tengo la tentación de colgarme a la ventana en la noche para cerciorarme de si Tobías está o no —lo que he hecho toda la semana sin motivo o intención alguna—. Apenas he visto la luz prendida o apagada y con eso me conformo, sin embargo, una muy insistente Esmeralda ha querido salir y colarse por su ventana. Obviamente, la he ignorado también.

Mis muestras de cariño con Luka no han cesado, eso sigue sorprendiendo a Totó —a todo el colegio de chismosos— y a mí la verdad me está gustando. No Luka como tal, sino esos detalles de pareja que tiene, me siento como si jugáramos a la parejita feliz y fingir que se está enamorado con todos los gestos que eso conlleva es bonito y diferente para alguien como yo. Es muy atento conmigo, me habla siempre con dulzura y rebatiendo las ideas que tenía de él en un comienzo, no ha intentado "propasarse" en ningún momento. Más de uno que otro beso apasionado, pero no ha hecho más.

No sé si me molesta o me gusta.

Es una faceta muy distinta a la imagen que tenía dibujada en mi mente de Luka. Imagen que se formó única y exclusivamente por las palabras de Totó. El motivo de que eso sea así, es que Luka nunca fue tierno con ella o con ninguna por lo que sus juicios de él son correctos, es sólo que a mí me muestra ese otro lado del mujeriego que todos conocen. No quiero sonar extremista, pero hasta creo que Luka está cambiando por lo nuestro.

La noche con mi amiga pasa con calma, es genial estar con ella y hablar no es un problema en la velada, Totó no es la chica que si se calla le salen letreros por los oídos, ambas somos de charlar apenas lo necesario sin tener el afán de llenar todo con palabras. Mamá no me deja quedarme más de una noche, así que me iré mañana en la tarde. El domingo tal vez hable con Luka para salir o me quedaré leyendo; apenas he leído unas cuantas páginas de Necronomicón porque cuando lo veo me acuerdo del vecino y me da rabia, así que sí... tendré que devolvérselo en algún momento.

O nunca.

Despierto con el brazo de Totó sobre mi cara

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Despierto con el brazo de Totó sobre mi cara. Abro los ojos con pesadez y cansancio, pues nuestro maratón de películas se alargó hasta pasadas las tres de la madrugada y apenas son las nueve de acuerdo al reloj de la mesita de noche. Trato de enfocar la cara de Totó, pero todo su cabello la tapa. Muevo su mano, pero no despierta, esta chica tiene el sueño pesado.

—¡Totó! —La sacudo fuerte y se despierta asustada y a la defensiva. Al ver que soy yo, restriega sus ojos y se acuesta de nuevo refunfuñando.

—¿Por qué me despiertas? —gruñe bajo las cobijas.

—Soy tu invitada —contesto—, debes levantarte antes que yo. Vamos a desayunar.

—Ya te dije que ésta es tu casa, fastidiosa —objeta—. Ve y come lo que quieras.

Y no me jodas, parece decir su gruñido.

Me da la espalda y no dice más, me río y salgo a la cocina. Luego de desayunar y ducharme, Totó se levanta. Entre charla y charla, se oscurece el cielo.

—¿Qué harás mañana? —cuestiona mientras nos despedimos.

—No creo que gran cosa —respondo sin emoción—. Tengo un par de libros por leer, así que ese es mi plan.

—Suena terrible.

—Suena bien para mí.

Salgo en mi bicicleta hacia mi casa, son cerca de las ocho. Según tengo entendido, mamá y papá fueron hoy a un evento del trabajo de él, no creo que lleguen temprano. Will decidió tomarse este fin de semana libre, así que está en casa.

—Hola, Will —saludo una vez entro. Está en el mueble acostado jugando videojuegos. Levanta su mirada y le pone pause al aparato.

—Hola, mocosa.

—¿Sabes a qué hora vuelve mamá? —Me mira y sonríe con picardía—. ¿Qué?

—¿Qué tal tu día?

Es extraño que mi hermano se interese por los eventos que pasen en mi día y entrecierro los ojos con sospecha; luego de eso respondo:

—De normal a malo.

Tuerce la boca con la sonrisa oculta tras una mueca, niega con la cabeza y vuelve la mirada a la pantalla.

—Siempre puede mejorar —exclama con inocencia—. No sé a qué horas llegan papá y mamá, tal vez muy tarde.

Llego a mi habitación y tiro la maleta que había llevado sin ningún cuidado al suelo. Entra un mensaje a mi celular nada más sentarme en la cama. Es Tobías.

Hola, Lucy.

Mi teléfono queda estático en mi mano al igual que mi cuerpo en el colchón. Las ganas de contestarle se ven interrumpidas por otro mensaje.

No me ignores, Lucy. Déjame compensar lo que hice.

¡Roberta! El corazón no debería acelerarse de esa manera por dos mensajes, eso no está bien. Esmeralda toma el mando y mis dedos se mueven sobre la pantalla haciendo palabras.

¿Ya conseguiste mi pingüino?

Solo sígueme la corriente hoy, ¿sí?

Si no me quieres hablar después, no te molestaré más.

Como gesto ansioso paso mi mano por mi cabello, entre enojada y emocionada.

Bien, ¿qué quieres?

Asómate a tu ventana.

Contrólate, corazón. Reteniendo la sonrisa para mantener mi actitud seria, camino los cuatro pasos que me separan de la ventana. Si me trajo mariachis sería lo más ridículo que pudiera hacer y le echaría agua en la cara, pero no.

No son mariachis. Es mejor. Roberta, tenemos un problema.

Oh. Por. Dios.

 Dios

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Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora