De repente un cuerpo se posiciona a mi espalda, bailando a mi ritmo, poniendo sus manos en mis caderas. A estas alturas de la vida, no me importa si es Luka recién vomitado, o el anfitrión, o algún desconocido, o ni siquiera me importa si es hombre.

Inclino la cabeza hacia atrás y compruebo que es un hombre porque es alto, bastante para ser una chica. Sin abrir los ojos, descanso mi cabeza en su hombro, la persona a mis espaldas se mueve acorde a mí, a donde yo me mueva, él lo hace. Una de sus manos deja de posarse en mi cintura para rodearme completamente, su nariz roza mi cuello y cuando su voz suena, toda mi voluntad queda rendida a él.

—¿Y tu novio? —susurra Tobías en mi oído.

La poca dignidad que no ha sido removida por el alcohol no me deja girarme o responder. Estoy entre golpearlo o provocarlo, pero sé que eso último no me funciona con él, al menos hasta ahora no ha funcionado, así que hago lo único que puede mantener mi orgullo igual a como está: seguir bailando. Ni siquiera quiero abrir mis ojos, verlo me encabronaría el triple y no quiero dañar la poca tranquilidad que me queda.

Estiro más mi cuello hacia atrás, reposando totalmente la cabeza, mis manos se aferran al brazo que me rodea y mi cuerpo se mueve de un lado a otro. Entonces, para retar más mi voluntad, siento suavemente unos labios en mi cuello, al separarse, el aliento de Tobías se siente frío allí donde dejó su húmeda marca. Lo hace de nuevo sacándome un jadeo, lo siento sonreír, siento esa curvatura de sus labios contra mi piel y la ira me llena.
¿No se supone que es tímido? Y ahora...

¡Está jugando conmigo! Se supone que soy yo la que hago eso, invertir papeles no está en mis planes y no es divertido. Yo nunca soy la vulnerable en la relación, menos con un chico como Tobías, del que estoy empezando a creer que sufre de bipolaridad. Pero ¡maldita sea! ¡se siente tan bien! Es como estar en el paraíso, sus labios son bendecidos por Afrodita y eso no me permite demostrar mi enojo. Aunque los siento diferente a aquel beso en la boda, se sienten más... atrevidos.

Lo hace en repetidas ocasiones, sin cesar, besos suaves y húmedos hasta que decide hacer algo más osado y pasa su lengua desde el comienzo de mi cuello hasta el mentón. Esa es mi catarsis, me suelto bruscamente y giro a encararlo con la intención de mandarlo a la mierda o al menos reprocharle. Pero mi intención de regañar a Tobías se ve horriblemente interrumpida cuando veo que no es él, es ¿Zac?

Estaba totalmente segura de que era su voz, la de Tobías, sus brazos, incluso su olor, ¿me lo imaginé? Zac me mira con inocencia mezclada con pasión, el chico es demasiado atractivo, pero en mi estado de embriaguez y con mis pensamientos todos dirigidos a otro chico, no puedo disfrutar de ese contacto que en otras circunstancias habría aprovechado. Mi expresión de incredulidad no creo que sea muy sutil porque su sonrisa se borra, por eso y porque mi mano acaricia su mejilla en una bofetada que me deja la palma adolorida.

—¡¿Que mierda sucede contigo?! —grito a través del ruido del lugar, aunque es más para expresarme que para esperar respuesta así que me alejo de la pista de baile, sorteando los cuerpos apretujados que bailan ajenos a mi mal momento.

Miro mi celular por un momento para saber la hora y apenas son pasadas las doce, aún es muy temprano, pero me decido a buscar a Will. Quiero largarme de aquí. Todo se salió de control y solo quiero acostarme y maldecir al puto mundo por este día.

Luego de intentar encontrarlo por todos los pasillos de esta mansión, lo veo a lo lejos dándose el lote con una rubia que está de espaldas a mí. Camino hacia él con la idea de decirle que nos vayamos, pero al estar lo bastante cerca, veo que la rubia es Katherine. ¿Es que nada más puede pasar hoy? ¿Es que Will no sabe que aún tiene diecisiete años?

No tengo las mínimas ganas de que la zorra vea que Will es mi hermano, así que me alejo de allí, le dejo un mensaje en el celular que supongo que verá en un par de horas cuando me busque. No soy quién para juzgarlo, pero ¡vamos!, pudo escoger mejor. En fin, en donde meta la lengua no es asunto mío. Aun así, quiero largarme; tengo dinero y puedo pagar un taxi.

Dulce venganza  •TERMINADA•Where stories live. Discover now