—¿Ah, sí? —pregunta. ¿Qué nos había dicho? ¿A qué dijimos que sí? Demonios, debemos poner más atención, Esmeralda.

—Sí —respondo con tranquilidad.

—¿Qué tanto te gusto? —Ahh, ¿me preguntó si me gustaba? y... ¡dije que sí!, por eso su acercamiento. ¡Alerta! ¡Debemos decir algo!
Debo desmentir eso sin que se note que no le presté atención.

—Lo que me gusta cualquier chico que recién conozco —exclamo, y Luka se desinfla notoriamente—. Si me disgustaras, no estaría acá contigo. —Miro un instante a sus espaldas y Totó aún mueve sus manos, abriendo mucho sus ojos. Preveo que Luka se está acercando más y me retiro de golpe—. Debo usar el baño.

Me alejo a los servicios antes de que conteste. Quiero besarlo, de verdad que sí, pero el plan puede más y debo estar en papel. Me felicito mentalmente por mi voluntad y entro al baño esperando que las chicas me hayan visto y vengan tras de mí. Unos segundos después entran y nos metemos todas en el baño de discapacitados que es considerablemente más grande para que quepamos las tres.

—¡Casi te besa! —exclama Annie.

—Y ganas no me faltan —siseo y ambas me miran con una ceja levantada—. ¿Qué? ¿Tienen algún inconveniente con eso?

Levantan sus manos en son de paz y yo ruedo los ojos.

—No. Nada.

—¿Qué eran todas esas señales? —inquiero.

—Queríamos hablar contigo —dice Totó. No dice nada y curvo mis cejas hacia arriba, apremiando lo que sea que van a decir—. Vayan a la montaña rusa.

—¿Van a dañar su cinturón de seguridad? —pregunto—. Ya hablamos de eso, solo puede ser legal y el homicidio no lo es.

Ambas ríen al tiempo y niegan con la cabeza.

—No, le tiene pavor —aclara Totó—. Pero se las dará de valiente contigo y subirá y pues... eso es todo. Les tiene mucho miedo, mínimo vomita lo de esta vida y la otra.

—Me gusta —apruebo—. A la montaña rusa entonces, después de eso me iré, son casi las siete y mañana me levanto temprano.

—¿Y eso? —cuestiona Annie—. Mañana es domingo.

—Tengo una cita. —Sonrío al recordar a Tobías. ¿Por qué sonreímos, Roberta?

—Uhhh, estás enamorada —canturrea Totó. Entrecierro los ojos y tuerzo la boca.

—Sí, y por eso estoy en este parque con un chico sexy haciéndole pasar un mal día —ironizo—. Maduren. Estén cerca y eviten lo que sea, hablamos a la salida si es posible.

Salgo del baño y Luka me está esperando

—Oye, vamos a la montaña rusa —comento indiferente, caminando hacia allí. Él detiene la marcha y cualquier atisbo de sonrisa se borra de su rostro.

Debemos estar serias. No te rías, Roberta.

—Mejor no. —Mete su mano en el bolsillo del jean—. Dicen que es muy extrema, no quiero que te dé un mareo ni nada.

—¡A mí me encantan! —Sonrío ampliamente, tomo su mano y lo halo, agachándome un poco de modo suplicante—. Vamos, no quiero montar sola. —Me acerco a él mirándolo directo a los ojos, un susurro seductor y listo—: Por favor.

Me abraza por la cintura y me acerca a él. Suelto su mano y una de mis manos viaja a su cuello. ¡Dios! ¿Lo beso o no lo beso? Es tan apuesto y vamos, debe besar delicioso.

Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora