Capítulo 7

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El maestro Fresdor da la clase empezando con el tema de presentarse —al parecer es nuevo— y pidiendo que nos presentemos

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El maestro Fresdor da la clase empezando con el tema de presentarse —al parecer es nuevo— y pidiendo que nos presentemos. Mi sutil presentación se redujo a dos datos de mí: «Soy Luciana y soy Sagitario» y paso desapercibida, creo que ni el maestro me prestó atención. Entonces así se siente ser invisible, no está tan mal.

En medio de las presentaciones, un mensaje de WhatsApp llega a mi celular, saco el aparato por debajo de la mesa ganando una mirada con desdén de mi compañera de puesto y miro la pantalla: TT. Es Totó, obviamente.

La zorra rubia es Katherine Deblin, la última conquista conocida de Luka. Ya te tiene entre ceja y ceja, Pinky.

Tecleo rápidamente.

¿Y qué hay de la Barbie de la entrada? Está un poco loca.

Dos segundos.

Debe ser Penélope, es la capitana de las porristas y buena amiga de Katherine.

Ya veremos si dan problemas. Estoy pensando cómo hacer el paso dos.

Escribiendo...

Chocar. Bien, estoy en historia y él está acá, es en el segundo piso por el pasillo de la derecha. Aparece por aquí. La rubia no está.

Excelente. Cambio y fuera.

Según el redondo reloj de la pared, quedan quince minutos de clase y como debo llegar hasta el salón donde está el Halcón, debo salir ya. Me levanto en silencio de mi silla con mi maletín y me dirijo al profesor que me mira curioso.

—Señor Fresdor —susurro—. Quería pedirle si me puede dejar salir ahora... es una emergencia.

—Señorita...

—Luciana Hamilwein —musito.

—Señorita Luciana, llevo treinta años de docencia como para creerme esa excusa tan barata de la emergencia, tome asiento.

En estos momentos es cuando agradezco mi falta de vergüenza y el talento para fingir. Mis ojos se aguan y levanto mi labio inferior. El semblante arrugado del maestro se relaja un poco.

—No tiene por qué ser tan grosero. —Sorbo mi nariz—. Es suficiente con ser mujer y tener el periodo, unos cólicos horribles y estos malditos cambios de humor y... —Sollozo y una lágrima resbala de mi mejilla—. Por eso debí ser hombre, pero nooo... tuve que nacer con vagina y ahora viene usted y me dice que soy una barata...

—No dije eso, señorita Luc... por favor no llore. —Acerca y retrae sus manos hacia mí sin saber qué hacer—. Lamento lo de su... vagi... digo, sus cólicos o... Puede irse, es más... —Busca en su bolsillo y saca una píldora—. Tome una aspirina.

Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora