t r e i n t a y s e i s

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Lancé mi mochila a mi pupitre, dando sin querer a Haneul. Ella se quejó, pero estaba de tan mal humor que ni siquiera pensé algo sarcástico para contestar. Me senté, alisando la falda de mi uniforme, abrí la mochila y saqué los libros de la asignatura correspondiente, ignorando la mirada interrogante de Yoongi. Él estaba sentado al lado de la ventana, escuchando música y observándome de reojo. Sabía que quería decirme algo, pero seguramente el gallina de él no se atrevía. Yo sólo había ido a clase para hacer el examen de física y química; en cuanto lo acabara me iría de allí. No quería estar en el instituto porque uno, me sentía incómoda, y dos, un terrible dolor de cabeza me había estado matando los últimos días. No sabía si iba a aguantar un par de horas fuera de mi cama... tampoco sabía si iba a sobrevivir al último examen de física y química. Necesitaba aprobarlo de cualquier forma. Si hacía falta, rezaría, o vendería uno de mis riñones, o mi casa, o lo que fuera. ¡Sólo necesitaba aprobarlo!

— ¿Estás bien? Estás muy pálida. — escuché la voz suave y preocupada de Sojin. Apoyó las manos sobre mi mesa, hizo un puchero y me miró de arriba a abajo, como si estuviera buscando alguna herida o signos de que tuviera alguna enfermedad mortal.

— Sí. Estoy bien. — respondí, lo más neutra que pude. No quería que notara mi mal humor y tampoco quería que mis pocas fuerzas fueran evidentes.

— Como no has venido las primeras horas, pensé que estabas enferma...

— Estoy bien. — repetí, buscando el pequeño espejo que siempre llevaba en el estuche. Me aseguré de que mis profundas y oscuras ojeras estaban bien ocultas por el maquillaje, de que mis ojos estuvieran bien delineados y de que no tuviera la misma cara que un cadáver en estado de descomposición como cuando me levanté por la mañana.

Sojin volvió a su sitio más tranquila, sonriendo como de costumbre. Me pregunté como era capaz de estar sonriendo todo el tiempo. Yo, por mucho que lo intentaba, no podía estar sonriendo tanto, ni parecer ser la chica más feliz del universo. En aquel momento me gustaría ser como Sojin, sin preocupaciones y siempre con una sonrisa dibujada en el rostro.

El timbre que indicaba el inicio de la antepenúltima clase del día me sacó de mis pensamientos y de mis casillas. No había sonido más irritante en el mundo que el de aquel timbre rompe-tímpanos sumado al de veinte alumnos entrando en estampida al aula, gritando y empujándose como si fueran un rebaño de ovejas. Movieron sillas y mesas, chillaron aún más y consiguieron que algo empezara a martillear dentro de mi cabeza. El dolor era cada vez más agudo, así que no me quedó otra que sacar una pastilla de un pequeño neceser que llevaba en el bolsillo interno de mi mochila y tomarla con un poco de agua, para intentar sobrevivir hasta que llegara la hora del examen. Esperaba que hiciera efecto lo más rápido posible, aunque quizá para eso tendría que haber machacado la pastilla y haberla esnifado.

La clase de inglés se me hizo bastante larga, como de costumbre, pero paniqueé en cuanto el timbre volvió a sonar. Es la hora, es la hora, Aerin, es la hora de tu suspenso. Tragué en seco, di un último repaso a mis apuntes llenos de fórmulas físicas y de colores chillones que machacaban mi vista. Me pasó justo lo contrario de lo que esperaba, y segundos antes de que la profesora de física y química cerrara la puerta, volví a sentir esa sensación de martillazos dentro de mi pobre cabeza. Al mirar hacia el frente, me mareé, y me costó bastante poder enfocar la vista en un punto en concreto. Fue algo extraño, algo que nunca me había pasado. Noté la mano de alguien en mi hombro, sujetándome con firmeza, y alcé la mirada para ver de quién se trataba.

— Im, ¿estás bien? — me preguntó con suavidad la tutora.

Asentí con pocas fuerzas, sin mucha convicción, y tomé la hoja en blanco que me tendía para empezar a hacer el examen cuanto antes. Sólo estaba nerviosa. Quise huir del instituto -y también de Corea- al leer las preguntas y darme cuenta de que todo lo que había estudiado desde hace un par de semanas se había convertido en recuerdos inservibles. Resoplé nada más poner mi nombre en la hoja en blanco. Claramente no estaba en mis plenas facultades mentales y no podía hacer nada más que releer una y otra vez cada pregunta, hacer esquemas, escribir fórmulas erróneas y preguntarme qué narices estaba haciendo con mi vida. Me vino a la mente lo que me dijo Yoongi la noche anterior, ¿qué hacía allí sentada si estaba perdiendo el tiempo?

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora