c u a t r o

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Bajé las escaleras del conservatorio de música despacio, ajustando las correas de mi mochila. Era mi primer día allí, y la verdad es que no estaba demasiado contento. Los profesores eran bastante distintos. Más estrictos. Más serios. Era obvio, supuse. Aquello era un centro tres veces mayor que mi anterior escuela de música, y las plazas estaban limitadas. Los profesores debían ser más severos si querían saber qué alumnos merecían la pena y quiénes no.

La verdad, no estaba demasiado convencido de seguir con los estudios musicales. Sí, la música me apasionaba, pero eso no era lo que quería. Pensé que mudarme a Seúl cambiaría las cosas, pero al parecer todo seguía igual. Suspiré cansado mientras bajaba los escalones y cerré los ojos por un momento, el tiempo suficiente para decirme a mí mismo que todo iba a salir bien si dormía al menos diez horas. Dormir lo arreglaba todo. Dormir hacía felices a las personas. Y yo no era una excepción.

Escuché chirriar la suela de unas zapatillas de deporte contra el suelo. Miré hacia los pasillos de aquel enorme e iluminado conservatorio al oír los pasos todavía más cerca y al reconocer aquellas terribles zapatillas rosa chillón.

Aerin corría por el pasillo con unos papeles en la mano. No llevaba el uniforme del instituto, pero seguía con sus maravillosas, preciosas, originales y geniales zapatillas rosas. ¿Acaso no tiene más zapatos? Pasó a mi lado. No dijo nada, y por tanto, yo tampoco. Noté cómo la corriente de aire que había levantado al correr me golpeaba en las mejillas. Bajó las escaleras corriendo, casi saltando, y desapareció como una exhalación. Ni siquiera me pregunté qué hacía allí. No me importaba.

Bueno, vale, me quedé con ganas de preguntar a Aerin qué instrumento tocaba.

*****

Era el cuarto día que tenía que bajar corriendo las escaleras, después de subirlas corriendo. No me acordé de que los viernes por las mañanas teníamos una hora de práctica de laboratorio, así que subí hasta el aula 2-B para darme cuenta de que estaba completamente vacía y reparar en que tenía que bajar a la planta baja y correr hasta el laboratorio de química. Un conserje me gritó el típico ''¡no se puede correr en los pasillos!'' ¿Acaso ese tío no echaba a correr cuando llegaba tarde a algún lado? ¿No es algo natural el correr cuando llegas tarde a una clase y te juegas menos puntuación en la nota final?

Recuperé el aliento -o lo intenté, al menos- antes de llamar a la puerta de madera del laboratorio y hacer una leve reverencia. Sentí veintunueve pares de ojos clavados en mí en cuanto puse un pie dentro de la sala.

— Perdón... — jadeé. — No me acordaba...de las prácticas...

La profesora de física y química me juzgó con la mirada. Ojeó una lista que tenía sobre su escritorio y marcó algo. Hizo una seña para que pasara al laboratorio. — Siéntate en el fondo, Aerin. — señaló un asiento libre junto al... bueno, al rarito de la clase. No me molestaba sentarme con él; sabía que en el fondo era majo y podría comentar algún anime con él, pero prefería ser compañera de Yoongi. —Serás la pareja de Chungho este trimestre.

Asentí. Me quité la mochila y la chaqueta mientras buscaba con la mirada a Yoongi. Estaba en la segunda fila, sentado al lado de la ventana y al lado de Zorra Dos, Soyoung. Ella tenía una sonrisa triunfal en la cara, como diciendo ''mirad, me he sentado con el chico guapo de la clase''. Se ensanchó cuando notó que yo le miraba. Según mi madre, no había que desear el mal a nadie, pero aún así pensé en lo genial que sería ver cómo Soyoung se quemaba las manos con ácido clorhídrico. Qué divertido.

La profesora repartió unas hojas con problemas y prácticas que debíamos realizar. No abrí la boca en todo lo que duró la clase, a pesar de que ChungmeveosieteanimescadanocheHo se empeñó bastante en querer enseñarme lo bien que hacía las reacciones químicas.

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora