v e i n t i t r é s (ii)

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Me quedé mirando a Aerin un par de segundos. Pestañeé. Ella estaba sentada en la cama del hospital, moviendo los pies de atrás hacia delante. Esperaba a que yo saliera del baño con el documento del alta en la mano. Miraba todos los recovecos de la habitación, distraída.

— ¿Por qué no te has ido todavía? — le pregunté, acercándome a ella.

— Estoy esperando a que firmes tu testamento. — dijo, encogiéndose de hombros. Me sonrió y se bajó de la cama con un salto. — No tengo nada mejor que hacer, así que te acompaño.

—Estoy bien...

— Sí, acabas de salir de un hospital y estás genial — puso los ojos en blanco — ahora mismo te apunto a una maratón.

Hice una mueca. No tenía las fuerzas para alzar el brazo y pegar a Aerin en la nuca, así que me limité a dejar el pijama del hospital sobre una silla. Suspiré. Aerin había estado conmigo dos días enteros, sin apenas dormir. Se lo agradecería, pero no era bueno demostrando gratitud. De todas formas, no sabía como hacerlo. Conocía a Aerin lo suficiente como para saber que ella se sentiría realizada hiciera lo que hiciera, por tanto no dije nada. Ni un simple ''gracias''.  Supuse que Aerin sabía que en el fondo, muy pero que muy en el fondo, me alegraba de que hubiera estado conmigo.

Después de abrigarme bien con mi bufanda, salí de la habitación dejando a Aerin atrás. Ella tenía las piernas bastante largas y no tardó demasiado en alcanzarme. De hecho, llegó al ascensor mucho antes que yo. Fue ella quien pulsó el botón. Yo tenía las manos encajadas en los bolsillos de mi abrigo y no vi la necesidad de sacarlas de ahí. Aerin, resignada, se dedicó a abrir las puertas por donde yo pasaba, o a detenerme antes de salir a la calle.

— ¡Está nevando! — exclamó.

— Vaya, no lo veía. — repliqué, sarcástico. — ¿crees que estoy ciego?

Hizo ademán de golpear mi hombro, pero no lo hizo. Maldijo en bajo y me tendió su brazo. — Vamos, abuelo. Sería gracioso que te resbalaras con la nieve y te rompieras la cadera. Año Nuevo, Yoongi nuevo. ¡Con una prótesis y sin apénd-

Aquella vez sí que le di en la nuca, aprovechando mi estatus de ''enfermo que sí puede dar pero no recibir, porque, claro, está enfermo''.  Me calé bien la capucha del abrigo antes de cruzar la puerta automática del hospital. Comencé a caminar solo, de nuevo. Oí los grititos ahogados de Aerin al pisar la nieve cuajada, que crujía bajo sus pies. Ni siquiera me giré para ver cómo caminaba dando brinquitos como una niña pequeña. Yo iba al menos seis metros por delante y notaba de sobra lo emocionada que estaba.

— ¡Eh, espérame! — gritó, riéndose. — Ay, joder, yo de esta no salgo... — añadió después. Me giré para ver cómo andaba de una forma ridícula para evitar que sus icónicas Adidas se ensuciaran con la nieve. — Seguro que me resbalo.

— Y vas a resbalarte.

— Que no- — Justo cuando llegó a mí, Aerin se deslizó por el suelo y estuvo a punto de caerse de culo. Tuvo la suerte de tener un buen equilibrio y unos bueno actos reflejos. Se agarró a mis hombros, tirando de mí hacia abajo. Yo, también por puro acto reflejo, coloqué las manos en su espalda. Me reí al ver su cara de trauma. — Yoongi, siempre te estás riendo del sufrimiento ajeno.

— ¿Y qué quieres que haga?

— ¡Dejar de reírte! — exclamó, molesta. Dejó de agarrarse a mis hombros. Se enderezó, dio un par de pasos con cuidado y se situó a mi derecha. Agitó la cabeza. — Ugh, odio que nieve cuando estoy sin paraguas. — señaló sus gafas. — ¡Mira el cristal!

Los copos de nieve se habían pegado al cristal de sus gafas y se habían quedado entre su pelo castaño. Ella no tenía capucha, al contrario que yo. — ¿Hay algo que no odies en esta vida?

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora