t r e i n t a y d o s

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Me desperté cuando mis cervicales gritaron que la postura en la que me había quedado dormida era demasiado incómoda. Abrí los ojos despacio, y sin acordarme de que Yoongi estaba recostado con la cabeza en mi regazo, me reincorporé. Tuve que agarrar con fuerza su camiseta negra y tirar de ella para que Yoongi, dormido como un tronco, no se cayera al suelo. De no ser por la luz que entraba de la calle por las ventanas de salón, todo estaría a oscuras y Yoongi se habría estampado contra el suelo, lo que conllevaba mi muerte y mucha sangre en la alfombra de la sala de estar. Pude salvarle de la caída. Con cuidado, intentando que aquel monstruo no se despertara, me levanté y después coloqué su cabeza sobre uno de los cojines del sofá. Entre aliviada y satisfecha, suspiré. No hacía demasiado frío, pero aún así cogí una de las mantas que mi madre guardaba en un armario cercano a la televisión y la estiré encima de Yoongi, tapando sus piernitas de pollo y parte de su torso. Él se acurrucó como un bebé en cuanto notó que estaba tapado por la manta. No pude evitar sonreír.

Miré la hora en el enorme reloj de la cocina, que se podía ver perfectamente gracias al resplandor blanquecino de las luces de la calle. Eran las tres de la mañana. Arrastré los pies hasta mi habitación, abrí la puerta de mi cueva y encendí la luz. Si buscaba ''desorden'' en el diccionario, estaba segura de que aparecería mi habitación. No era una habitación adecuada para una chica de dieciocho años: todavía estaba pintada de un color pastel, las estanterías estaban llenas de peluches, y, entre pósters de Bigbang y algunos otros grupos, todavía se encontraban algunas fotos que colgué cuando tenía doce años. Uno de mis objetivos era remodelar mi habitación de arriba a abajo, pero mi padre, bajo la ley de ''mientras estés bajo el techo de esta casa harás lo que yo te diga'', no me dejó ni cambiar de sitio los muebles. Pensándolo un poco mejor, quizá me daba algo de vergüenza hacer un tour a Yoongi por mi habitación. Retiré los cojines y peluches de la cama, después la colcha y las sábanas, me puse el pijama holgado con el que dormía y me tumbé. No tardé ni dos minutos de reloj en volver a la sala de estar con un montón de peluches entre los brazos. ¡Qué idea más buena acabo de tener!

Me situé detrás del reposabrazos del sofá, mirando a Yoongi con malicia. Escogí un peluche de un cerdito, redondo, y sin pensármelo dos veces, lo coloqué sobre su cabeza. Con suerte, se mantendría en equilibrio. Esperé un par de segundos, ''rezando'' en silencio para que Yoongi no se despertara, y continué con mi misión de apilar el mayor número de peluches sobre su cabeza. Seguí con otro peluche de una hamburguesa, luego con el de un pez plano, después con el de un osito... Un total de cuatro peluches sobre la cabeza de Yoongi. Definitivamente, él era un cúmulo de talentos. ¡Hasta dormido podía hacer que una columna de peluches se mantuviera en completo equilibrio! Si eso no era una verdadero talento, entonces, ¿Qué narices era?

Seguro que puse una cara rarísima cuando la pila de peluches blanditos y suaves se inclinó como la maldita torre de Pisa. Puse las manos a modo de barrera para evitar que se cayeran al suelo, pero Yoongi abrió los ojos despacio y se movió con la misma velocidad que una piedra. La columna de peluches se desmoronó, y al final todos acabaron esparcidos por el suelo cuando Yoongi se quedó sentado en el sofá, mirándome con los ojos entrecerrados y un puchero bastante adorable.

— ¿Qué coño estabas haciendo...? — me preguntó, con una voz demasiado ronca y adormilada.

— Nada. Nada interesante. Sólo estaba dejando estos peluches por aquí, por el suelo, para... — intenté buscar alguna excusa creíble, pero me di cuenta de que perdí toda la credibilidad nada más abrir la boca. Le dediqué una sonrisa algo fingida, y como siempre, cambié de tema. — ¿Estás cómodo en el sofá?

Asintió. Su flequillo negro estaba revuelto y por primera vez en años pude ver su frente. ¡Hala, creía que no tenía! Woah. Miré a Yoongi más de lo que debía; ya no me parecía tan bebé como antes. Y eso me asustaba porque, según muchas películas, libros y la gente en general, cuando empezabas a ver algo más en un amigo, eso era que te gustaba. Miré hacia el suelo y dejé la vista clavada en los peluches que se habían caído. Me agaché para recogerlos uno a uno.

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora