—Me despidió.

Su reacción no la creí muy acorde a su personalidad. Se quedó prácticamente anonadado, exánime y sus ojos se posaban en cualquier sitio, menos a mi rostro. Se irguió de nuevo, negando con la cabeza.

—No te creo. Y si es así no aguantaré esta mierda, no te lo mereces. Hemos trabajado tan duro para llegar hasta aquí.

Volví a temblar del frío. Florentino me dio unos de sus muchas bufandas para poder taparme levemente. Se lo agradecí con un ademán.

Florentino prosiguió:

—Tengo que hablar con él. Quédate aquí. —Le sujeté la mano y se volvió a mirarme a mis obres.

—No quiero volver ahí, no deseo hablar con él nunca.

—Pero, no te mereces esto. ¿Qué pasará con la canción? ¿Y mi debut en la mundo del espectáculo?

—Lo lograrás, pero tendrás que hacerlo sin mí.

—No quiero hacerlo sin ti, ¿y rojo magenta? ¿Vas a echar todo por la borda?

—No es tan simple, Florentino. Quiero que respetes mi decisión.

Él me apretujó la mano dulcemente y sin soltarme, me abrazó, colocando su rostro en mis hombros; acunándolo en mi cuello. No le correspondí momentáneamente, pero posé mi mano en su brazo y lo acaricié con suavidad. Mis mejillas se arrebolaron y me hormigueó la pelvis.

Al final, mi querido Junniper, tenías razón. Es tan diferente palparlo que creer en como se sentirá.

—Florentino, ¿todavía sigue en pie la salida?

No lo estaba observando al rostro, pero su sonrisa de suficiencia me empedró la mente.

—Siempre, Minnie.

—Vamos, take it easy, Donjuán.

Él carcajea mostrando sus dientes y yo lo imito, tratando de aligerar mi pena.

—¿Qué quieres hacer? —inquiere.

—Lo que sea está bien, pero es algo tarde como para hacer algo más formal.

—Sé hacer unas hamburguesas de miedo.

—Qué raro la súper estrella cocinando.

—Y te daré un concierto de bandolina, muñeca.

—¿Cuántos sobrenombres tengo, ah? Ya estás flipando.

—Esos dos nada más, tu nombre no me convence.

—Ya no le haces justicia a tu sobrenombre, donjuán. —Él menea la cabeza con una sonrisa ladina.

—Le haré justicia, sólo espera.

Me abrazó por los hombros, y nos encaminamos a su auto; un Lotus Elise azul marino con el capo azabache.

Tenía los asientos de cuero rojizo, y un equipo de sonido Panasonic, que a penas encendió el auto, sonó the white stripes.

Junniper  [Completado] [Editando]Where stories live. Discover now