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Capítulo cuarenta y dos.

Luke sin pensarlo dos veces se arrodilló al lado de la chica que se encontraba dormida junto a su puerta. Pensó que se veía como un pequeño desastre, alrededor de sus ojos habían orbes rojizas y su nariz también. Supo de inmediato que estuvo llorando.

Removió un poco a Healy para que despertara y ésta soltó un par de quejidos para luego pestañear hasta abrir sus ojos por completo.

—Luke.—susurró con voz quebrada y abrazó el cuerpo semidesnudo del chico con necesidad. Rompió en sollozos mojando el pecho del chico y éste acariciaba la espalda de la chica con delicadeza.

—¿Qué sucedió? — preguntó Luke con la garganta apretada. Tenía alguna idea de lo que podía ser y ciertamente se lo confirmó Healy.

—Mi mamá. — balbuceó con más lágrimas cayendo por sus ojos. Tantas que parecían no acabar nunca.

—¿Qué le pasó a tu mamá?

—Ella... n-no pudo.— sollozó. Se separó de Luke para luego abrazar sus piernas y esconder su rostro en ellas.

Lágrimas se acumularon en los ojos del rubio y abrazó el cuerpo de su novia convulsionando en sollozos.

—Todo estará bien, cariño.—susurró esperando que ella se calmara.

Cuando los sollozos se detuvieron él la ayudó a levantarse y abrió la puerta de su departamento invitándola a pasar.

Healy se sentó en el sofá con timidez, realmente parecía que se quebraría en cualquier momento. Pero él se aseguraría de estar ahí para recoger los pedazos.

Se sentó junto a ella y se recostaron en el sofá de tal forma que estaban estirados. Luke la sostenía sobre su pecho susurrándole palabras de consuelo.

Los minutos de silencio llegaron, sólo estaban el uno al lado del otro haciéndose compañía. Tratando de aliviar el sufrimiento.

—¿Por qué estabas caminando por el pasillo en boxers?—rompió el silencio la castaña en susurro, aún con la mirada perdida.

—Estaba en casa de un amigo, se le derramó el jugo y tuve que quitarme la ropa, de hecho venía a buscar algo para cambiarme antes de ir a la universidad. — respondió Luke.

Healy asintió sin mirarlo aún.

—Vine en la noche.— susurró —Pero no estabas y decidí esperarte en la puerta. No llegaste, y supongo que me quedé dormida ahí.

—Lo siento.— se disculpó el rubio con culpa acumulándose en su pecho. Por su culpa la chica había tenido que pasar sus peores momentos sola siendo que él sabía que no tenía a nadie más.

the sound of your voice ;; mukeWhere stories live. Discover now