Capitulo 36

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Alec

Me dio un poco de curiosidad observar a Sebastian sentado en el sofá, con las manos metidas en los bolsillos de su chamarra, y la mirada clavada en la mesita de café, dónde aún reposaban restos de las galletas favoritas de Marco. "Nota: limpiar las migajas."

Estaba más serio de lo normal. ¿Esto era tan malo? ¿Tendría que ver con su madre? ¿Clary? A veces quería que este chico fuera un poco más trasparente, pero otra parte de mí temía saber lo que ocurriría entonces.

Respire hondo sentándome a su lado.

Me mantuve callado mirándolo de reojo. ¿Había decidido no hablar? ¿Tenía que empezar a preguntar, como un interrogatorio?

-Eh...

- ¿Qué ves, cuando me miras? –pregunto bajo, sin apartar la mirada de la mesita.

Lo mire, observando detenidamente sus facciones. Su rostro parecía bastante tenso, tan liso, su rostro era un tanto afilado. Y sus ojos... negros como la noche, que podrían hacerte pensar que dentro se esconde un demonio, pero también... parecen un poco frágiles.

¿Qué que veía?

-Podría comenzar en que veo a un chico con certezas y falsedades, con guiños y lágrimas, muecas acompañadas de gruñidos, largas carreras y raspones, gritos sofocados...-se acomodó en el sofá mirándome, estaba un poco menos rígido. Aclaré mi garganta-... alguien que estaría dispuesto a darlo todo por los que ama. Una tormenta en verano...

Esbozo una pequeña sonrisa-: ¿Eso crees? –entrecerró los ojos-. ¿Por qué no has dicho simplemente lo que hay?

-No eres simplemente un chico... "malandro" –utilice una de las palabras que escuche en una ocasión a uno de nuestros profesores-. Creó... que eres más que eso. Tampoco pretendo que me digas todo, y seamos transparentes uno con el otro... -porque yo tampoco lo era con él.

- Supongo que ya es muy tarde para eso...-se encogió de hombros-. Sin pretenderlo te he mostrado más de lo que planeo hacerlo... nunca.

Ahora yo sonreí de lado, eso ya me lo imaginaba.

-Entonces...-volvió a estar serió-. ¿Crees que soy bueno?

-No. Lo se...-y era cierto. A pesar de todo, lo sabía, que existía algo dentro de él. Quizá no fuese a convertirse en "La madre Teresa de Calcuta" o algo así. Pero, tampoco podía ser completamente un alma perdida.

-Gracias, Alec. –Se puso en pie-, creó que ya debería irme. No quiero que tu novio me mate por permanecer tanto tiempo contigo.

-Está bien-también me puse en pie.

-Supongo que no es necesario el pedirte que no digas que me viste aquí.

-No.

-Bien...-camino hacía la puerta-. Supongo que nos veremos luego.

Me quede unos segundos contemplando la puerta después de que saliera por ella. Seguía sin comprenderlo del todo, pero tampoco podía obligarlo a que me contara todo, pues yo tampoco lo hacía con él.

Además, yo estaba tratando de escapar de mis demonios.

Viernes

Izzy

El ruido al otro lado del pasillo era tremendo.

Rebusque el teléfono entre las sabanas, ¿cuánto faltaba para la hora de levantare?, aún estaba bastante oscuro. Con los ojos entrecerrados mire la pantalla, ¡eran las 5:40!

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