Capitulo 14

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Jace

Después del almuerzo, salí hacía casa de Clary, hoy iríamos a comprar algunos materiales para su clase de arte. A ella le fascinaba dibujar y pintar, además se le daba de maravilla.

Bueno, todo en Clary era maravilloso.

Cuando me fui de la casa Lightwood, Alec parecía un poco más relajado, más feliz. Yo siempre había sabido todo, no era tonto, me daba cuenta. Pero quise esperar hasta que él estuviera listo, no quería incomodarlo. Y la noche de ayer, la situación se dio sola, y la supimos llevar.

Me alegraba ya no sentir esa tensión entre los dos. Y no porqué Alec me hubiese besado o algo, sino que él, se alejaba en repetidas ocasiones. Evitaba quedarse a dormir en mi casa, o que yo me quedara en la suya. Trataba de que alguien más estuviese en la misma habitación con nosotros, o al menos en una habitación contigua. Cuando le mencionaba sobre mis citas, se molestaba un poco, y cuando le preguntaba, si es que le gustaba alguien, me ignoraba o ponía alguna excusa para irse.

Yo tenía muchísimas ganas de hablar con él, de aclarar las cosas, que las cosas fuesen como antes. Una noche, en víspera de navidad, me anime a tener una charla con él. Pero, Izzy me pidió que esperara, que le diera tiempo a Alec, que ya hablaríamos cuando él estuviera listo, me dijo que él tenía bastante miedo. Yo no entendía eso, no entendía por qué. Digo, que una persona te guste, no es malo, y tampoco lo tiene el que sea una persona de tu mismo sexo.

Trate de posponerlo unos meses, una noche antes de volver a clases. Los hermanos Lightwood llegaron a mi casa, los dos se veían demasiados tristes, y con rastros de lágrimas en sus mejillas. Izzy venía abrazando a Alec, este parecía que estaba en un estado de shock. Esa tarde, habían matado a su niñera, un asesinato. Homofobia. Y entonces comprendí porque Alec, tenía miedo.


- ¿Qué hay Rubio? -esa voz. Mire un poco mal a Magnus, que me tapaba la puerta de entrada.

-Hola brillitos. -Sonreí de lado-. ¿Vas a ver a Alec? - me cruce de brazos.

-Quizá...

-Se lo que pasa entre ustedes. -Me miro serio-. No me interpondré, ni nada, si es lo que piensas. Y tampoco me importa que los dos sean hombres - me acerque más a él-. Solo me importa Alec, si te atreves a romperle el corazón, tú serás el siguiente en estar en pedacitos. ¿Entendiste?

Se quedó en silencio, la vena del cuello se saltó un poco*1. Le sostuve la mirada.

-No pretendo jugar con Alexander, no pretendo pasar una buena noche con él y botarlo al día siguiente, y tampoco pretendo añadirlo a mi lista de ligues. Alexander me gusta, me encanta, y le quiero. Ni siquiera he pensado en algún día romperle el corazón, pero, créeme que sí algo así pasara, yo mismo te buscaría, para que me hicieras pedazos.

- ¿Es un trato? -enarque una ceja, el solo asintió con la cabeza-. Bien brillitos-sonreí para calmar un poco la tensión- te estaré viendo más seguido, le guiñe un ojo y entre al edificio.

Simón

Llegue jadeando a casa. Dos cuadras atrás, vi las patrullas, pensé y deseé que estuvieran en otra casa. Pero algo me decía que tenía que llegar lo antes posible a casa, algo no iba bien.

Salí disparado hacía mi casa, con el corazón a tope.

Y así era, dos patrullas estaban paradas frente a mi casa. Me quedé petrificado mirándolas atentamente, mis extremidades no querían responder. Quería saber cómo estaba mi mamá, "Por favor, ser divino. Que mi mamá este bien."

Comencé a caminar lentamente hacía la puerta, de repente me pesaban demasiado, como si estuvieran dentro de lodo, que a cada paso se estuviera haciendo más y más duro. Los ruidos del exterior habían desaparecido, al igual que las personas. Trate de agudizar mi oído para registrar lo que sucedía en la casa; solo escuchaba algunos susurros. Parecía que las voces estaban demasiado lejos.

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