Capitulo 26

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Magnus

-Alex...

-N-naaada de Alexandeeer...- arrastraba las palabras. Se apoyó en el marco de la puerta con una sola mano.

"Mierda". ¿Cuánto había bebido?

-Vamos, pasa...-me acerqué para ayudarlo, pero se alejó un poco brusco, cayendo de sentón en el piso-. ¿Estás bien? –me agache a su altura, ese había sido un gran golpe.

No me miraba, su vista estaba en el piso, algunos largos cabellos caían sobre su frente y otros ocultando su mirada. Guardo silencio.

¿Se habría lastimado algo?

-Oye... entremos, para poder darte algo...

- ¿Meee...-hablo bajo- m-mmeee quiereees? –y comenzó a llorar.

No dije nada, y solo lo rodeé con mis brazos.

¿Qué si lo quería?

¿Querer? Había prometido, no dejar que nadie más entrara en mi corazón, que nadie más jugara conmigo, no volver a sentir de nuevo este estúpido sentimiento.

Después de lo de Camille, evite mantener relaciones con chicos o chicas, siempre eran polvos de una noche. Nada de nombres, nada de sentimientos. Y no por tener miedo, Camille había sido alguien importante en mi vida, y lo único que me había enseñado, que se vive mejor cuando no te comprometes con alguien, cuando no existen sentimientos de por medio.

Pero aquel día en que vi a Alexander, su mirada tierna y con sorpresa al verme, su inocencia, me volvió loco. Pensé que sería un chico de una noche, y ya. Pero, no, me di cuenta de que quería conocerlo, quería sentir de nuevo aquello, quería revivir algunas cosas y experimentar otras nuevas, quería saber su sabor de helado favorito, quería averiguar cuál era su pasatiempo favorito, quería saber por qué le gustaba tanto el café, quería conocerlo más, quería saber que se sentía ser amado por Alexander...

Lo ayude a ponerse en pie, él seguía aferrándose a mí con la cara oculta en mi pecho.

Se aferraba bastante fuerte a mi camiseta, continuaban cayendo algunas lágrimas por sus mejillas, ahora su sollozo era silencioso, ¿De verdad le afectaba tanto mi presencia?

Llegamos al sofá, y lo ayude a sentarse. Me puse en pie, estaba por traerle un vaso con agua y algo de comida, pero algo me detuvo. Él continuaba con la mirada gacha, y con una mano me jalaba de los pantaloncillos.

-No te vayas...-susurro.

-Iré a traerte un poco de agua-hable bajo, como si hablara con un animalito asustado.

-No... q-quédate...-alzó un poco la mirada, sus ojos estaban completamente rojos, y no era totalmente por el alcohol. Me partió el alma, verlo de esa manera. El agua podría esperar...

Me senté de nuevo, abrazándolo, pegándolo lo más que podía a mi cuerpo. Y de nuevo comenzó a sollozar, era un sollozo bajo y lastimero.

-Y-yo... lo siento taantooo...-hipo, su respiración estaba acelerando, y se sacudía con cada sollozo.

-Tranquilo-acaricie lentamente su espalda-, no pasa nada...

- ¡Si! Pasa...-se aferró más a mi camiseta, ocultándose en mi camiseta, como si quisiera que esta lo absorbiera.

-Alexander...-trate de levantar su cabeza, pero fue en vano-. Por favor, déjame mirarte...

- ¿Por qué?

-Porque...

Levanto la cabeza un poco, mirándome directamente con aquellos ojos azules que tanto me gustaban, pero ahora estaban ocultos tras una sombra, llena de dolor.

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