Capitulo 15

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Magnus

Quería llevarle un postre a Alexander. Un delicioso pastel de chocolate. No conocía mucho por aquí, así que investigué en internet, encontré un lugar a unas cuadras de mi apartamento, y más cerca de su casa.

"Le Pira", decía ser una cafetería que se especializaba en repostería francesa. La imagen que venía en el sitio web tenía buena pinta, y los productos que vendían se veían realmente deliciosos.

Pero no contaba que hoy era su aniversario, por lo que había muchas personas dentro, y otras fuera. Como yo. Llevaba una hora, parado detrás de una señora con un niño que me veía raro, y luego me preguntaba muchas cosas.

No quería ir a otro lugar. Había cinco reposterías más, pero quedaban más lejos de mi localización, y no sabía si tenían postres tan deliciosos como aquí.

-Oye... ¿te dolió eso en la oreja? –el chico me miraba atentamente. Fije mi vista, al frente. Jalo de mis pantalones, lo mire enarcando una ceja- quiero saber si te dolió.

Sonreí de lado. Jamás había estado en presencia de un niño pequeño, siempre se me habían hecho un poco irritables. Sobre todo, el tema de los pañales. Pero, este niño, no parecía hacer nada con malicia. Hasta me parecía bastante tierno. Quizá en un futuro, podría tener un hijo... podríamos tener...

- ¿Señor? –volvió a jalar de mi pantalón.

-Cariño, deja de molestar al joven. -Su madre le hablo un poco seria, después me miro avergonzada. Hice un gesto con la mano restándole importancia.

Me agache hasta su altura.

-Mi nombre es Magnus-decidí decirle mi nombre. Sería bueno tener un amiguito mientras esperaba mi turno-. ¿Cuál es el tuyo?

-Marco-sonrió.

Recordé su pregunta-: Estos...-señale los aretes que tenía en la oreja derecha- me los hice hace pocos meses, y estos-señale los de la izquierda- la semana pasada. Y la verdad es que no me ha dolido.

- ¿Puedo tener algo así? – me miro ilusionado.

Mire a su madre, ella me sonrió asintiendo.

-Bueno, si algún día quieres hacerlo, está bien. Aunque, debes prometerme que esperaras a que seas mayor.

- ¡Sí! –dio un pequeño salto.




Casi dos horas después. Estaba tomando un taxi, con rumbo a la casa de Alexander. Me sorprendí un poco al darme cuenta del tiempo que estuve esperando. Pero los minutos se me fueron volando, Marco era un niño muy curioso y divertido.

Antes de irse le di mi número a su mamá, por si alguna vez necesitaba de alguien que lo cuidara. Supe que era madre soltera. El padre los había dejado al año de edad, de Marco. Sus padres habían muerto hacía ya unos años, y los padres de él, les habían dado la espalda desde el momento en que decidieron tener al bebe.

Trabajaba como ayudante de médico en el hospital "El divino niño". Y por los tediosos horarios, a veces se volvía loca buscando quien cuidara a su hijo. Y yo que ya me había encariñado con el pequeño, me ofrecí.

Jamás en mi vida había cuidado a un niño, pero supongo que no es algo tan difícil. Solo debes entretenerlos un poco, darles cereal de colores y jugar turista o algo parecido.

- ¡Hola! –sonreí cuando alguien me abrió la puerta. Pero se borró de inmediato al ver a un chico alto, rubio, casi blanco.

Sebastian giró un poco su cabeza, mirando a alguien detrás de él. Supuse que era Alexander-: ¿por qué no me dijiste que venía tu novio?

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