El vapor del agua sale disparada por los compartimentos descuidados donde podrían escaparse, y me lavé el cuerpo con rapidez al igual que mi cabello castaño.

—¡Junniper! ¡Apúrate por el amor de Mamoru Miyano!

Salí disparado del baño y por no secarme bien caí directo al suelo. Solté un gruñido.

Santiago, Mariano, el ingrato de Agustín, Cande y Jorge (mi padre) se asomaron a mi habitación; observando mi cuerpo despojado. Hice un ademán mientras luchaba para ponerme boca abajo.

Agustín se cruzó de brazos y mis otros dos hermano sólo acomodaron sus lentes circulares con su dedo índice. Cande pone las manos en sus labios mientras mi padre ladea la cabeza decepcionado.

—¡Mi pobre hombrecito! —exclamó Cande inclinándose para ayudarme a levantarme. Me sobé una nalga.

—Junniper, me sentiría más agraciado si mi campo de visión no observara tu tejido adiposo —manifestó Mariano con mirada circunspecta.

—¡Si no quieres ver mi CULO, entonces largo! —Medité mi palabras—. ¿Cómo era que decía Agustín?... ¡длинный! —Santiago negaba con la cabeza al mismo tiempo que se encaminaba a la sala.

Una vez en la sala ya con mi ajuar en mi cuerpo, noté a mi hermano con las llaves en su dedo corazón. Cande estaba en la cocina. Mis otros hermanos en el mueble leyendo sobre Python en sus teléfonos; mi padre, en la tablet.

—Vamos —conminó Agustín encaminándose por la puerta.

Mi bolso estaba en el comedor, por ello lo recogí y lo puse a mis espaldas.

En el momento que iba a pasar la puerta, Cande mi llama.

—JunniHoney, te quiero mi hombrecito, que te vaya bien. Haré rollos Californias bien picantes para el almuerzo ¿Okay? Tal como te gustan.

—Yo también te quiero, madre. —La abracé con parsimonia, enterrando mi rostro en su hombro.

Observo a Mariano y Santiago junto a mi padre dirigirse hacia mí —Sos un pendejo, pero te queremos —me aclaró Santiago revolviendo el cabello meopila, con algo de rubor en sus mejillas.

Abracé a mi padre. Su estómago tibio por el café mi calentó el cuerpo. Él me sonrió.

Mariano me dio un golpe en mi entrepierna y yo me retorcí en el suelo. Él se agachó a mi altura y abrazó mi cabeza con rudeza; aplastándola entre sus brazos.

—Yo también te quiero, Junniper.

—Ajá... Yo también, Mariano... —Se acomodó los lentes.

Una vez recuperado fuerzas, me dirigí al Ferrari de Agustín. Camino a lo que sería mi sentencia de muerte familiar.

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Una vez en el salón de clases vacío, por petición de Poppy, me senté en unos de los pupitres; jugueteo con mis manos, por alguna razón me sentía ansioso.

Poppy se había quedado dormida en clase. Tenía las ojeras henchidas bajo sus fanales lo cual es extraño ya que a ella no le cuesta dormir.

Junniper  [Completado] [Editando]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon