No hubo muchas frases, unas pocas, tan pocas y tan diferentes a lo que ambos deseaban decir, que el menor respiró mejor. Jong In en cierta forma era considerado. Si sabía y sentía lo mismo que sabía y sentía él mismo, era considerado. Era delicado para respetarlo y respetarse a sí mismo.

Comieron sin ningún problema. Ésta vez pagó Se Hun y el moreno lo miró sonriente. El rubio evadió su mirada. De reojo vio al moreno sacar su móvil y hacer una llamada. Él acomodaba sus ropas. Se ponía los guantes cuando lo escuchó maldecir en voz baja pero audible para él. Algo no estaba bien.

- ¿Qué pasa?.- se atrevió a preguntar cuando el mayor terminaba la llamada.

- ¿Conoces algún hotel por aquí cerca?.- respondió con otra pregunta.

Jong In había perdido la reservación que había hecho con antelación antes de salir de Seúl. Debía de haber llamado al hotel en cuanto llegara a Jeounju. Pero en vez de eso, había corrido a la cafetería a esperar al menor; Y ahora se quedaba sin una habitación para dormir.

Por unas tres horas fueron y vinieron de un hotel a otro. Se Hun le indicaba la ubicación de los hoteles que él había descubierto al caminar sólo por la ciudad. Lamentablemente a cada uno que fueron, no encontraron habitaciones libres. Ninguna. La temperatura había bajado aún más y el cielo ya estaba oscuro.

Se Hun lo miraba de reojo. Sabía que no era obligatorio lo que diría a continuación, pero no tenía de otra. No podría estar bien consigo mismo si no lo hacía. Suspiró hondamente y el castaño lo miró preocupado.

- ¿Estás cansado? Deberías ir a casa y descansar.- dijo tallando las manos en los hombros y brazos del rubio. - Aquí afuera está helando. Vamos, te llevaré.

Se Hun se quedó quieto y tieso al contacto de aquellas manos. Respiró y entonces habló aún sin moverse.

- Escucha. Puedes quedarte en el departamento.- Jong In lo miró con los ojos más abiertos, incrédulo. Bajó las manos dejándolas a sus lados. – Yo iré a casa con Lay y Sam.

El menor quitó uno de sus guantes e introdujo la mano en un bolsillo del pantalón.

- Ten.- dijo ofreciéndole un pequeño llavero con dos llaves metálicas resplandecientes. – Son del departamento. Ahora te doy la dirección.

- No. No puedo aceptarlas.- rechazó con una mano a la altura del pecho. – Buscaré en otro hotel después de llevarte ahí.

- Yo iré a casa. Quédate en el departamento.- dijo casi ordenando.

Jong In sonrió de medio lado.

- ¿Qué va a decir Lay cuando vea que llegas a casa? Él sabe que los fines de semana no duermes en casa. Interrumpirás los planes que ellos tengan, además, ¿No crees que a Lay y a Sam se les haga raro eso? Esto seguro de que Lay irá al departamento para averiguar la razón por la que no estarás allí.. Y la razón seré yo.

¡Maldición!

Se Hun sabía que el mayor estaba en lo correcto. Lay era capaz de ir a investigar la razón por la cual no dormiría ahí. Y no quería ni necesitaba un escándalo. Resopló, dio media vuelta, subió al auto y cerró la puerta con un portazo.

Jong In subió al auto con una traviesa sonrisa en los labios. Sí. Había ganado esta vez, el rubio se veía encantador molesto y le divertía verlo de esa manera. Manejando, siguió las órdenes que el menor le indicaba. No tardaron más de quince minutos en llegar a un alto edificio. Entraron al estacionamiento, aparcaron el auto, y luego de cerrarlo y poner la alarma, caminaron hacia el elevador.

Jong In iba detrás de Se Hun. Éste no le había vuelto a hablar en el trayecto y el castaño no lo pensaba presionar. Dentro del elevador vio el tablero. Once pisos. Se Hun presionó el botón que indicaba el número ocho.


Jong In, El novio de mi hermano menor.Where stories live. Discover now