8. Pequeña Felicidad

3.7K 201 4
                                    

KHALESSI

Entra a mi casa sin decir mucho, cierro la puerta sintiendo mi mano temblar al recordar lo mucho que sufrí cuando me dejó sola, alejándose de mi lado cuando lo único en lo que podía pensar era él. Lo amaba demasiado y tenerle a mi lado ahora revive todas aquellas experiencias.

Me quedo aferrada a la manija con mis ojos llenos de lágrimas las cuales no tardan en caer. Se acerca a mí y coloca su mano derecha sobre la mía, a lo que coloca su cuerpo detrás del mío rodeándome con sus brazos mi cintura, a lo que muerdo mi labio inferior tratando de no soltar un sollozo.

—¿Qué sucede, gatita? —susurra en mi oído, y es aquel apodo lo que me hace soltar un pequeño sollozo —. Oh mi amor, no llores. Sabes que siempre he sufrido al escucharte sollozar.

«Gatita», aquel apodo es lo que siempre me hace recordarlo a él. Solamente él me llamaba de aquella manera y estoy más que segura que lo seguirá haciendo. Volver a sentir sus manos en mi cintura me roba el aliento, mi cuerpo recuerda demasiado bien su tacto.

—Te fuiste una vez —le recuerdo aún sin mirarlo. Siento su respiración en mi oído —, ¿qué me asegura que no te vas a volver a ir?

—Lo único que me hará quedarme serás tú —me asegura, a lo que pongo mis manos sobre las suyas en mi cintura —. Pero no tienes por qué llorar, gatita —agrega volteándome para que lo mire a los ojos.

—Sí, si tengo qué. —Une sus labios con los míos en un delicado beso, y siento mis piernas volverse gelatina al sentir el contacto de ellos con los míos después de tanto tiempo.

Nuestro beso comienza a coger calor cuando entreabro mi boca cuando siento su lengua deslizarse por mi labio inferior. Siempre ha tenido la misma técnica al besarme, y aquello es lo que me hace sentir especial a su lado. Muerdo su labio inferior tomándolo entre mis dientes y tirando de él sin delicadeza alguna tal y cómo él hace conmigo.

—Kai... —jadea mientras que quito los botones de su camisa, desabrochando uno por uno.

Me impide seguir al tomar mis muñecas y colocarlas detrás de mi espalda, sorprendiéndome. Me empuja contra la pared con delicadeza aún sujetando mis manos con fuerza y empieza a besar mi cuello, mordiendo y chupando sin piedad alguna, robándome varios jadeos. Suelta mis muñecas para quitarme la vieja camiseta que llevo puesto en el momento en que me acuerdo que no tengo sujetador.

—He extrañado demasiado esta vista —se muerde su labio inferior tomando mis manos, llevándolas a la altura de mi cabeza.

Pasa su rostro entre mis pechos besando el espacio, consiguiendo que suelte un estruendoso jadeo mordiendo mi labio inferior. Se entretiene en aquel espacio y no lo soporto, y quiero piel, necesito tocarle.

Me suelto de su agarre y para provocarle empiezo a correr escaleras arriba, a lo que lo escucho seguirme sin dudarlo. Entro a mi habitación y me toma de la cintura estampando sus labios sobre los míos, a lo que me coloca sobre la cama con extremada delicadeza.

Me deshago de su camisa y él me ayuda con sus pantalones, quedando solamente en ropa interior. Clavo las uñas en su espalda y él gruñe en mi oído aferrándose a las sábanas. Mi risa se vuelve un gemido cuando rompe la tela de mis bragas negras de un solo tirón, dejándome desnuda ante sus ojos.

—Judah —jadeo en alto al sentir sus manos recorrer partes sensibles. 

Ambos nos miramos a los ojos un segundo antes de que nos vuelva uno solo, a lo que sus jadeos y los míos se unen en la habitación. Me retuerzo de placer ante sus caricias y besos, a lo que él no puede parar de soltar varias risas demasiado complacido.

Quedo completamente feliz y complacida, a lo que él se echa a mi lado rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos, a lo que esconde su rostro en el hueco de mi cuello, haciéndome cosquillas con su respiración.

—Gatita —me llama la atención depositando un beso en mi cuello —, no sabes cómo te he extrañado.

—Yo también —susurro, mordiendo mi labio inferior ante sus bellas caricias.

—Te he extrañado tanto, Khalessi. No tienes ni una sola idea —me susurra, entrelazando sus manos con las mías —. Al verte se me han cruzado tantas ideas que no me hacen reventar de celos. Tú en los brazos de alguien más, siendo suya y disfrutando de lo que él te puede brindar.

—Judah, no sigas —pido, porque sé que le duele.

—Y tú eres mía —el agarre en sus manos se hace más fuerte, mostrándome sus celos —, sola y únicamente mía, Kai. Yo te hice mujer, y ahora no me voy a separar jamás de ti.

—Prométemelo —le pido —, júramelo Judah.

—Te lo juro, gatita.

Sonrío encantada y es en donde vuelvo a sentir todos sus besos en mi cuello, bajando lentamente por mi espalda acariciando mi cuerpo con sus traviesas manos.

—¿Qué hora es? —pregunto entre risas, a lo que él me obliga a volver a mirarle a los ojos.

—Es hora de volver a hacerte el amor —sonríe, para luego juntar sus labios con los míos.

PATCH

Me encuentro sentado en mi habitación con una sonrisa en los labios al verla salir del baño. Me ofrece una pícara mirada y se acerca para rodearme con sus brazos, echándonos a ambos en la cama.

Cuando ambos vinimos a mi casa hace tres días, fue en aquel momento en que por primera vez ambos estuvimos juntos. Y desde ahí no se ha marchado y tampoco quiero que lo haga, quiero que siga a mi lado de aquí hasta siempre.

—Lea, sé que no soy muy romántico cómo mi primo, y que probablemente me rechaces después de esto pero... —suelto un suspiro que le hace soltar una pequeña carcajada —. Lea, ¿quieres ser mi enamorada?

Ella empieza a soltar varias carcajadas que me ponen de los nervios, debido a que quiero un «sí» como respuesta. De seguro estoy yendo muy rápido, pero juro que me he enamorado de ella completamente. Ha sido amor a primera vista y quedado totalmente flechado.

—Por supuesto que quiero Patch. ¡Patch! —exclama entre risas cuando la rodeo con mis brazos y así juntar sus labios con los míos.

He encontrado pequeña felicidad en alguien que no me imaginaba.

Solo Primos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora